lunes, 31 de diciembre de 2007

¡Feliz año nuevo!

Es seguro que en estas fechas habéis escuchado esta típica frase montones de veces. Un año termina para dar paso al siguiente, un evento que se repite ciclicamente pero que siempre trae buenos recuerdos.

Estamos acostumbrados a escuchar esta frase y responder con un: "igualmente", pero...

¿Qué es un año?

Vaya pregunta más tonta... Un año son 365 días de 24 horas agrupados en 12 meses de días variables entre ellos. También cabe destacar que uno de cada cuatro años tiene un día más que se añade al mes de Febrero, siendo así de 366 días.
Esa sería una buena respuesta, pero hoy intentaré daros una pequeña dosis de culturilla general, para que cuando juguéis al trivial podáis vacilar un poco a los colegas. Vamos a responder a otra pregunta:

¿Por qué son así los años?

Bien, lo primero que hay que hacer es utilizar su nombre real; cuando nosotros utilizamos el término vulgar "año" nos estamos refiriendo al concepto "Año sideral" que es el tiempo que tarda la tierra (o cualquier otro planeta) en pasar por el mismo punto dos veces en su órbita alrededor del sol.

Pues bien, para la tierra ese tiempo es de 365 días y, apróximadamente, 6 horas.
Esas 6 horas se van acumulando, y al cabo de 4 años se convierten en 24 horas, lo que nos da un nuevo día que se debe añadir al calendario.

Hasta aquí la explicación sencilla del concepto de año. Pero un nuevo problema aparece cuando aclaramos que esas 6 horas que dura, apróximadamente, un año son en realidad 5 horas, 48 minutos y 45'16 segundos. Por lo que cada año pasamos por alto 11 minutos, que a lo largo de mil años se convierten en 11000 minutos; un desfase de 7 días. Puede parecer muy poco, perder 7 días cada mil años no es algo que nos vaya a afectar directamente a ninguno de nosotros. Pero todos sabemos lo meticulosos que son los astrónimos, por lo que le buscaron una solución al problema.

Por supuesto, la encontraron. tras mucho tiempo de investigación llegaron a la conclusión de que un año bisisesto cada 400 años no se celebraría, con lo que el desfase se reduciría a 26 segundos al año, una cifra prácticamente insignificante. Se decidieron por poner ese año en uno de los llamados años seculares (son los que dan entrada a un nuevo siglo, por ejemplo: 1700, 2000, 1600...)

Por lo tanto, un año secular de cada cuatrocientos debería ser bisiesto pero no lo es ni será.

Espero haber conseguido escarbar un poco en vuestras cortezas cerebrales e introducir unos conocimientos que se queden grabados a fuego en vuestra mente, aunque sea sólo como curiosidad.

Felices fiestas a todos. ¡Hasta el año que viene!


Vargas.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

La historia más triste del mundo.

Nunca creí que sería yo quién escribiría esta historia. Tampoco quién la viviría, pero nadie es dueño de su destino, y no podemos zafarnos de las obligaciones que el porvenir nos otorga.

La historia de un mundo llamado desolación, de un alma llamada tristeza y de un universo sin nombre. Un universo negro, sin estrellas, sin luz, sin vida, sólo tristeza. Ella es el único habitante del mundo; nació de la tristeza, vive con tristeza y, por supuesto morirá de tristeza. Siempre rodeada de desamores, de discordia, de problemas, de golpes, de complicaciones, de suicidios, de heridas, de angustia, en definitiva: rodeada de desolación.

Pero no puede hacer nada por evitarlo, no le quedan fuerzas para quejarse, ni dientes para morder, tampoco le queda ni un centímetro de superficie que no este lleno de dentelladas. Tiene que resignarse a un mundo de dolor un dolor continuo, inagotable y eterno.

Es difícil imaginarse esa situación, intenta pensar cómo sería tu vida si en ella no existiera ni el más mínimo atisbo de felicidad, sin sonrisas, sin luz cegadora al despertar, sin un "buenas noches" al irte a dormir, sin escuchar jamás un "te quiero", sin ver la luna y las estrellas, sin tumbarte en el verde césped a intentar descifrar la forma de las nubes, sin ir a la playa a pasear junto a alguien, sin amigos, sin seres queridos, sin nadie que te aprecie, nadie que te enseñe, nadie a quien le importes, nadie que se preocupe por tus problemas, nadie que se de cuenta de que estás vivo.

Un mundo en el que estás sólo, abandonado en un negro y frío desierto sin arena, abandonado, un barco a la deriva sin velas, sin timón y sin timonel en el que tú eres el solitario capitán que ni siquiera tiene una petaca de ron para echarse a la boca e intentar olvidar.

Un mundo en el que el olvido no existe, en el que estás condenado a recordar todos y cada uno de los golpes que te has dado, condenado a ver la totalidad de tus infinitos errores que se repetirán periódicamente durante toda la eternidad. Jamás serías capaz de olvidar tus fallos, un mundo sin perdón.

Sin perdón. Sin un dios misericordioso y omnisciente que esté ahí esperando con los brazos abiertos a que tu alma entre en su reino de paz y tranquilidad. El único ser omnisciente que existe aquí eres tú, ya he dicho que estás solo, eres un dios venido a menos, negro, y preso de tu propio poder aberrante.

Un poder inexistente que te hiela las entrañas convirtiéndolas en fríos trozos de nada, un poder que sólo te permite avanzar en tu penosa locura. No eres nadie. No eres nada. No mereces vivir, pero tampoco puedes morir porque la muerte sería una salvación, una liberación de ese opresivo universo del que no puedes escapar jamás. La muerte no es la solución

¿Por qué?

Muy sencillo...


Porque no hay solución.

Vargas.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Eterna espera...

Espera un momento antes de empezar a leer...

Un poquito más...


Ahora, ya.

¿Cuánto tiempo te has pasado esperando a que cargue esta página? ¿medio minuto? ¿quizás uno entero? Y, ¿cuánto tiempo has estado esperando a que se encienda el ordenador? ¿Dos minutos? ¿tres? ¿y esperando a que se haga el café?

O esperando en la cola del supermercado.
O viendo la publicidad en medio de una película.
O esperando a que llegue el tren.
O escuchando el tono del teléfono antes de que te lo cojan.
O mirando embobado cómo se enciende el móvil.

Si te paras a pensarlo llegarás a la conclusión de que tu vida se compone de pequeños momentos de espera que, sumados conforman un tiempo bastante grande. La vida consiste en esperar, nos pasamos la existencia aguardando a que las cosas empiecen a funcionar, pero lo más alarmante es que no nos damos cuenta. Aceptamos de buen grado estar buena parte del día perdiendo nuestro tiempo en nada.

Pongamos el supuesto de que en un día, una persona normal espera unos 15 minutos de media. En una semana esos 15 minutos se habrán convertido en 105 minutos, que a lo largo de un mes se habrán multiplicado a unos 450 minutos, que multiplicado por 12 nos resulta un total de 5400 minutos, los cuales en diez años se transforman en 54.000 minutos. Lo que son exactamente 900 horas, de las que, dividiendo entre 24 horas que tiene un día, obtenemos la alarmante cifra de 37 días y 12 horas!!

Cada diez años, contando sólo con el tiempo que estamos despiertos, pasamos más de un mes esperando a que nuestros aparatos electrónicos comiencen a funcionar, o a que una serie de personas paguen los productos que han comprado antes que nosotros.

¿No crees que se debería reducir ese número?

Procuremos reducir al mínimo nuestros periodos de espera, que es tiempo completamente perdido y desperdiciado.

Y el tiempo es oro, amigos.

Vargas.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Y tú, ¿cuánto tiempo llevas viviendo?

Pues hoy, haciendo honor a mi palabra cuando dije que intentaría escribir más a menudo y aprovechando que comienza el mes de diciembre, he decidido realizar esta entrada en la que incluyo un interesante cuento de Jorge Bucay. Jorge Bucay es un psicoterapeuta gestáltico que ha escrito varios libros, que él mismo considera herramientas terapéuticas, y a uno de los cuales pertenece este cuento.

Quiero agradecer a Seve la iniciativa que tuvo introduciendo un fragmento de un libro y recomendándolo, y así pienso seguir su ejemplo con esta pequeña historia con la que espero lograr causar el interés de aquél que encuentre el tiempo para leerla y disfrutarla.

Y sin más preámbulos, les dejo que lean.

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador...

Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra.

Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir, Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada.

Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.

De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.

Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor.

Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.

Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar.

Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente conmocionado.

Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.

Una por una, empezó a leer las lápidas.

Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.

Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años...

Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó.

Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

-No, por ningún familiar —dijo el buscador—. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano sonrió y dijo:

- Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré...:

“Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado.

A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media...?

Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso...¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?

¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo...?

¿Y la boda de los amigos?

¿Y el viaje más deseado?

¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?

¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?

¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... Cada momento.

Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido".

El Buscador (Cuentos para pensar), Jorge Bucay

Espero que tras haber leído este relato os planteéis otra forma de enfocar la vida. Esto lo digo porque en muchas ocasiones dedicamos más tiempo a aquellas cosas que nos preocupan que a disfrutar de los buenos momentos que nos proporcionan las personas más cercanas a nosotros, nuestros propios logros, nuestras ilusiones cumplidas… Y tenemos que darnos cuenta que la vida no está llena de malas situaciones, tenemos que comenzar a apreciar más los instantes de felicidad de los que disponemos. Nunca es tarde para empezar. Comienza ahora si es posible, ¡disfruta de la vida!

martes, 27 de noviembre de 2007

Flora y fauna de un gimnasio.

La entrada de hoy va dirigida a esos curiosos lugares, ideados por el ser humano diseñados para un tipo muy especial de personas: las que quieren hacer deporte pero son demasiado vagas como para ir a la calle a hacerlo. ¡¿Cómo van a ir a la calle?! ¡Pero si allí hace frío! Y hay vagabundos, y coches, y el suelo sobre el que correr tiene obstáculos, y a veces llueve, y la gente te mira con una cara que dice claramente: "menudo pringao..

Los gimnasios.

Una vez presentado este inservible lugar procederé a analizar con más detalle las características del habitáculo y de sus fieles ocupantes.

FLORA:

Lo primero que vemos al entrar es a la dependienta del lugar (que analizaré en el siguiente apartado) Según vamos avanzando por el vestíbulo notamos como se fija en la oronda protuberancia estomacal que sale por debajo de tu camiseta (la barriga, vamos) mientras vemos como examina con ojo crítico tu papada y tus brazos flácidos. Mientras caminas hacia el interior con la cabeza gacha comienzas a percibir el olor a ambientador de cítricos de automóvil mezclado con sudor humano. Ese aroma embriaga tu cerebro haciéndote pensar que eres el tío/a más pringao de todo el gimnasio por no estar sudando como un cerdo en ese mismo momento.
Tras esa dosis de hormonas te diriges al vertuario, un lugar en el que sólo se ven personas semidesnudas presumiendo a gritos de los kilogramos que han levantado esa tarde mientras flexionan sus músulos dejando clara la amenaza a todo aquel que se atreva a retarles.
Tras eso vas a la ansiada sala de musculación, donde el perfume cítrico-sudoroso se hace aún más perceptible. En ella contemplas un catálogo inmenso de máquinas que no sabes cómo funcionan. Tras una rápida ojeada te diriges humildemente la bicicleta estática y descubres que el sillín está empapado de sudor, que se ha quedado frío, al igual que los asientos de todas las máquinas de la sala.

Por último una breve definición de los sitios más horrendos del gimnasio, del país y del mundo entero: la sauna y las duchas. Si el infierno que tanto publicitan las religiones tiene una forma definida esa debe ser la de las duchas de un gimnasio, o la sauna. Esas capas húmedas y verdes de moho, esas paredes inéxplicablemente, al estar en contacto con el agua, llenas (como todo el gimnasio) de sudor y ese calor agobiante que hay en ambas.


FAUNA:

En este apartado procederé a describir a los especímenes más comunes que se pueden encontrar en uno de estos antros:

-La dependienta: Es una mujer delgada, con cuerpo fibroso y pelo rizado en la mayoría de los casos. Cuando entras por primera vez te mira con la misma expresión con la que se observa el zapato que llevas puesto y ves que has pisado un chicle. Eso es lo que ella ve, un deforme y asqueroso ente, gomoso y flácido, que ha entrado en su pequeño rincón perfecto para llenarlo de su hediondo olor a piel limpia, no sudada.

-El rey del corral: Es el jefe. Nadie se atreve a discutírselo. Y el que lo hace resulta aplastado bajo la testoterona pura del líder de la manada. Él usa la máquina que quiere, no se le rechista, y si deja las pesas pegajosas más te vale quedarte calladito y agachar la cabeza. Tiene un grupo de secuaces, más pequeños y con más cerebro que él, que le siguen donde quiera que vaya y que adoran todos y cada uno de sus movimientos.

-El pringaillo: El el pequeño insecto palo con muñequeras blancas, pantalones cortos y camiseta de tirantes que no pesa más de 50 kilogramos y se conforma con levantar las pesas más pequeñas. Suele ser el blanco de las burlas de los vasallos del rey y abandona el gimnasio a los pocos meses ya que no se puede ligar al putón.

-El putón: Pantalones dos tallas más pequeñas que la suya subidos hasta que se marque el hachazo, tanga minúsculo asomando por la cintura, camiseta, también minúscula, que más bien parece un sujetador. Suele ir complementada de piercings y lleva el pelo como si hubiera acabado de salir de la peluquería. No hace nada más que calentar al personal para luego pasar de ellos, se sienta en la bicicleta, procurando que se le vea bien el culo y se pasa allí las horas muertas mascando chicle. Normalmente van en grupos de dos o tres.

-El cachitas: Se queda embobado frente al espejo mirándose el cuerpo e imaginándoselo con unos músculos mucho mayores de los que posee. Sueña con derrocar al rey del corral y ocupar su puesto para ser el lider del gimnasio, por lo que levanta pesos bastante superiores a los que su cuerpo le permite, pasando una buena parte de las tardes en el hospital por culpa de varios esguinces.

-El gordito: Es el único que se esfuerza y que utiliza el gimnasio para el fin con el que fue diseñado, ponerse en forma. Normalmente no hace ni caso de las críticas y va allí porque le gusta. Un ejemplo a seguir para el resto de personas del local.

-El profe: Te mira igual que la dependienta, y los primeros días te mantiene pegado en la bicicleta y en la cinta de correr para que adquieras el olor permanente a sudor. Una vez que lo has conseguido te da una lista con los ejercicios que debes hacer y procede a ignorarte para intentar, sin éxito, ligar con el putón.

-El sano: Aquel que tira el cigarrillo cuando entra al gimnasio y le ves con uno en la boca según sale. No corre, no hace bicicleta, no levanta mucho peso, no hace flexiones, no se mete en la sauna. Simplemente se mete para tener una excusa para fumar. Es que el ginmasio me estresa...

-La madre: Es una variante del putón, pero sin piercings, sin sex-appeal y sin tener a ningún tío detrás. A su avanzada edad va al gimnasio a ver a los cachitas y a intentar ligar con alguno que sea más joven que sus hijas.

-El abuelete: Cerebro oculto del gimnasio. Es el único que sabe para qué funcionan TODAS las máquinas mejor que el profe. Parece estar siempre en el gimnasio, y da la impresión de que vive en él. Nunca le ves hacer ningún ejercicio, sólo se dedica a darle consejos a la gente para hacer sus tareas y a hablar con la madre, ya que suelen sentir pena por esas mujeres.

-El tío normal y corriente: Es el que se apunta al gimnasio un mesecito para probar, pasa de las instrucciones del profe, hace caso al abuelete, se rie del rey del corral y le dan bastante asco los cachitas. Hace lo que le apetece y cuando se acaba el mes se va para no volver a pisar ese lugar.

Hasta aquí mi visión de los gimnasios. Quiero dedicar esta entrada a Seve, una persona con fuerza de voluntad que va casi todas las tardes a machacarse en un antro de estos.

Saludos.

Vargas.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

¿Presentación o justificación?

Por fin, después de unos meses de espera, he tenido la decencia de escribir esta entrada.

En primer lugar, me gustaría saludar a todos los lectores de este blog y, a continuación, pedir perdón, sobre todo, a mi amigo Vargas, quien hace tiempo me pidió que comenzase a escribir en su blog, ¡incluso me hizo una entrada de presentación por su despedida temporal! No obstante, tampoco voy a dejar de disculparme ante aquellas personas que han dedicado su tiempo a visitar esta página y puede que se hayan preguntado por qué estaba el nombre de alguien llamado Saúl en contribuyentes cuando no hay ninguna entrada suya.

Para seguir, quiero agradecer los halagos que Vargas realizó hacia mi persona y mi forma de escribir, y al hecho de que decidiera dejarme participar en su blog, aun sabiendo las dificultades que tendría para escribir entradas. Hecho que ha quedado claramente reflejado a lo largo de estos meses.

Pues bien, puesto que lo he pasado realmente mal para poder llegar a redactar este escrito, voy a explicar los motivos que han sido la causa de ello. Puede que no os sintáis directamente relacionados con ellos, pero estoy seguro de que todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos pasado por épocas de estrés, etapas que han hecho que, incluso, hayamos podido sentirnos aislados del mundo que nos rodea por determinadas circunstancias.

En mi caso, todo comenzó el curso pasado cuando, estando plagado de cosas que hacer (1º de bachillerato, 3º de inglés en la escuela oficial de idiomas y la participación como monitor en una asociación todas las semanas), Vargas me pidió que mantuviese su blog con alguna entrada de vez en cuando, cuando tuviera tiempo. Esto me sorprendió, pero a la vez me reconfortó el gesto que tuvo al pedírmelo a mí. Él sabía que yo no disponía, precisamente, de tiempo, sin embargo no dudo en proponérmelo e incluirme como coautor cuando le dije que aceptaba. Entonces, hizo su “despedida”. En ella explicaba que no iba a poder escribir durante un tiempo, pero que había confiado el blog a un amigo suyo que sabía que podría hacerlo en su ausencia. Y aquí estoy yo, después de casi siete meses (que harán este viernes 23), para exponer todas las cosas que, desde ese día, influyeron en mí para impedirme sacar el tiempo que quería para escribir esto.

Los días iban pasando, las semanas se iban sucediendo y, cuando quise darme cuenta, estaba en tiempo de exámenes ¡¡y Vargas ya había escrito dos entradas más!! El agobio que sentía era superior a mis fuerzas y, para colmo, me informaron de que había sido seleccionado para realizar un viaje que me llevaría, durante la segunda quincena del mes de agosto y la primera de septiembre (28 días en total), a Mozambique que, para aquellos que desconozcan su ubicación, se encuentra junto al país de Sudáfrica. Todo esto se junto con el curso que debía realizar en julio (para cuando Vargas ya había llevado a cabo otras dos entradas) y mis vacaciones en Galicia, en este mismo mes.

A mi vuelta de las tierras del norte partí de campamento a San Martín del Castañar, en Salamanca, donde permanecí durante los primeros doce días de agosto. Al regresar a Parla, apenas tuve tiempo de terminar de organizarme las cosas para el increíble viaje que me esperaba.

Para ser exactos, partí de España el día 22 de agosto (sé que hubo diez días, pero no tenía la cabeza como para pensar en una entrada para el blog). No obstante, no llegamos al aeropuerto de Johannesburgo hasta el día siguiente.

Fueron unos días increíbles que pude compartir con cien chicas/os más, procedentes de toda la Comunidad de Madrid. Visitamos varios centros de cooperación y ayuda recorriendo a la vez, prácticamente, todo Mozambique. Ha sido un viaje inolvidable en el que he aprendido mucho, sobre todo, por ver la realidad que viven las personas que allí residen. Esta gente nos trató, todo hay que decirlo, de forma excepcional, como nunca he visto que se trate en España a una persona inmigrante. Porque nosotros allí podíamos considerarnos diferentes y, perfectamente, podían no habernos aceptado y recibido tan bien como lo hicieron en los diversos lugares por los que pasamos. Y, sin embargo, tuvimos hasta recepciones hechas por niños y niñas que nos cantaban al llegar.

Por todo lo que pude gozar de mi estancia allí, recomiendo a toda persona que pueda que intente encontrar la posibilidad de viajar, no ya de viajar a Mozambique porque sea el país del que estoy hablando, sino de buscar algún lugar que nos muestre otras formas de vida, otras culturas que nosotros desde aquí imaginamos de una forma que no tiene, en la mayoría de los casos, nada que ver con la realidad de esos lugares. Son unas vivencias que marcan de por vida y que todo aquel que tenga la oportunidad no debería desaprovechar.

Bueno, ¿por dónde iba?... ¡Ah, sí! Ya recuerdo, estaba todavía excusándome por el retraso en lo de la entrada. Pues nada, sólo decir que, desde mi vuelta hasta hoy, he tenido algo más de tiempo que no he sabido aprovechar y que por eso he tardado más de lo que me hubiera gustado. Espero que no os haya aburrido esta historia pero, como puede que haya sido así, intentaré preparar una entrada de mayor interés para la próxima vez.

Nos vemos, un abrazo a todos.

Saúl.

PD. Aquél que quiera y disponga de tiempo puede también dejar sus experiencias vividas, aquellas que le hayan marcado en su vida, además de un comentario sobre lo que he escrito.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Se nota que ladrar es gratis...

Por favor; lean atentamente lo que sigue:

"Se dictó sentencia el 31 de octubre de 2007 en la que se consideró probado que los atentados de Madrid, que causaron 191 muertos y 1.856 heridos, fueron llevados a término por una célula yihadista, siete de cuyos miembros se suicidaron en Leganés el 3 de abril del 2004, más Jamal Zougan, Othman el Ganoui y otro yihadista no identificado, con la cooperación necesaria del minero José Emilio Suárez Trashorras, quien facilitó el robo de los explosivos. Se considera que la teoría de la participación de la banda terrorista ETA en los atentados debe ser descartada."

Tras exactamente 3 años, 7 meses y 20 días de investigación, desde el día 11 de marzo de 2004 el jurado de la Audiencia Nacional llegó a esta conclusión.

¿Es eso tan difícil de entender? A mi me parece que no. Yo creo que queda bastante claro lo que esa sentencia significa.
¿Por qué entonces muchos políticos y una inmensidad de personas siguen afirmando ciegamente que fue la banda terrorista ETA la responsable de esos atentados? ¿por qué sigue habiendo gente tan idiota que asegura que los atentados fueron una excusa de ETA para derrocar al Partido Popular del gobierno?

Por favor, dejemos de jugar con los muertos y con la justicia.

Estamos hablando de una sentencia aprobada por la Audiencia Nacional, un tribunal que tiene jurisdicción en TODA España, un tribunal que ha llegado a esa conclusión tras examinar millones de pruebas y tras escuchar a cientos de implicados. Un tribunal, y unas personas que han trabajado los siete días de la semana durante casi cuatro años.

Pero claro, el inconformista de turno, que no tiene ni puta idea del proceso que se ha llevado a cabo, y dejándose guiar por su emisora de radio preferida asegura firmemente que ha sido ETA, que estamos todos ciegos y que han comprado a los jueces para que no sepamos nunca la verdad. Lo llaman "la farsa del juicio" y se quedan tan anchos. Dicen que los de ETA han comprado a todo el mundo, y a los que ETA no ha conseguido comprar ya lo ha hecho Zapatero.

Por favor, un poco de dignidad, joder, que parecemos gilipollas tirándonos la pelota de unos a otros. Vale que te metas con el presidente porque no te gusta, vale que critiques a la oposición por criticar por sistema (valga la redundancia), vale que el PSOE te parezca un mal partido pero, coño, no critiques a la JUSTICIA. Que eso es algo neutro, no se deja llevar por ideales políticos, y menos después de tanto tiempo y un camión de pruebas.

Que a esos no los pone ahí y los controla Zapatero.

Estoy seguro de que no voy a conseguir convencer a nadie a nadie con este post (aunque me alegraría mucho que así fuera) pero al menos intento lograr que la próxima vez que alguien se disponga a criticar a degüello la sentencia judicial piense un poquito en lo que va a soltar por la boca. Sólo un poquito, lo suficiente para no dejarse en ridículo. Venga, intentadlo, que casi no duele.

Y no deja agujetas...

En fin, para más datos, cómo no: http://es.wikipedia.org

Vargas.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Un pequeño homenaje

"Le acompañé hasta la cabañuela, y mientras trepaba por la escalera de madera quedé delante del primer peldaño, con la cabeza resonante de sol, desanimado ante el esfuerzo que era necesario hacer para subir al primer piso de madera y hablar otra vez con las mujeres. Pero el calor era tal que me resultaba penoso también permanecer inmóvil bajo la enceguecedora lluvia que caía del cielo. Quedar aquí o partir, lo mismo daba. Al cabo de un momento volví hacia la playa y me puse a caminar.[...]
Tenía deseos de oír de nuevo el murmullo del agua, deseos de huir del sol, del esfuerzo y de los llantos de mujer, deseos, en fin, de alcanzar la sombra y su reposo. Pero cuando estuve más cerca vi que el individuo de Raimundo había vuelto.
Estaba solo. Reposaba sobre la espalda, con las manos bajo la nuca, la frente en la sombra de la roca, todo el cuerpo al sol.[...]Quedé un poco sorprendido. Para mí era un asunto concluído y había llegado allí sin pensarlo.[...]
Pensé que me bastaba dar media vuelta y todo quedaría concluído. Pero toda una playa vibrante de sol apretábase tras de mí. Di algunos pasos hacia el manantial. El árabe no se movió.[...]El ardor del sol me llegaba hasta las mejillas y sentí las gotas de sudor amontonándose en las cejas. Era el mismo sol del día en que había enterrado a mamá y, como entonces, sobre todo me dolían la frente y todas las venas juntas bajo la piel.[...]Sabía que era estúpido, que no iba a librarme del sol desplazándome un paso. Pero di el paso, un solo paso hacia adelante. Y esta vez, sin levantarse, el árabe sacó el cuchillo y me lo mostró bajo el sol. La luz se inyectó en el aceroy era como una larga hoja centelleante que me alcanzara en la frente. En el mismo instante el sudor amontonadoen las cejas corrió de golpe sobre mis párpados y los recubrió con un velo tibio y espeso. Tenía los ojos ciegos detrás de la cortina de lágrimas y de sal. No sentía más que címbalos del sol sobre la frente e, indiscutiblemente, la refulgente lámina surgida del cuchillo, siempre delante de mí. La espada ardiente me roía las cejas y me penetraba en los ojos doloridos. Entonces todo vaciló. El mar cargó un soplo espeso y ardiente. Me pareció que el cielo se abría en toda su extensión para dejar que lloviera fuego. Todo mi ser se distendió y crispé la mano sobre el revólver. El gatillo cedió, toqué el vientre pulido de la culata y allí, con el ruido seco y ensordecedor, todo comenzó. Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruído el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces, tiré aún cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia."
El extranjero (1942), Albert Camus (7 de Noviembre de 1913, 4 de Enero de 1960)
¡Qué grande Albert!
Aquí tenemos a Meursault, protagonista de la obra, que, a priori parece la caricatura de un ser humano, resulta ser un más que acertado retrato por parte de Camus de la sociedad de la época, coNVulsa como pocas. Meursault es un hombre, por llamarlo de algún modo, que ha perdido todo aquello que le hace persona, es amoral, carece de valores, sentimientos, empatía, remordimientos y su vida está gobernada por la apatía, la desidia, la indiferencia.. vaga por el mundo sin rumbo, sin ambiciones, sin ilusiones, sin inquietudes.. sin sentido.. Meursault está muerto, pero ni si quiera es capaz de ser consciente de ello. Tal es su sociopatía y pérdida, que llega a cometer un crimen absurdo porque "hacía calor", perfectamente podría haber aludido que estaba aburrido o que no tenía nada mejor que hacer, lo mismo daría pues nunca pudo llegar a ser consciente de la gravedad de su acto ni sentir el menor remordimiento, adorable, ¿verdad?.
Pero no os riais, nuestras calles están plagadas de Meursaults, por suerte no todos padecen el mismo grado de psicopatía, pero si la misma falta de valores, un claro ejemplo de ello son "los niños de los móviles", no saben qué es lo que está mal, si el hacer las barbaridades que hacen o el haberlo grabado, pues sólo se arrepienten de que les pillasen, como "el pega niñas", que parece que la estupidez está de moda, pero es mas grave de lo que parece. Tendemos a relativizar ("todos nos equivocamos", "que habrias hecho tu en su situacion", "son niños"..), es muy cómodo, pero más peligroso aún. No hay que confundir buscar varios puntos de vista distintos para intentar comprender por qué, con normalizar o justificar actos, actitudes, ideologías y comportamientos delecnables, e ignorar aquello que no tiene ni nombre.
Quizá el estar tan acomodados nos deja demasiado tiempo y oportunidades de perder el tiempo y perdernos a nosotros mismos, no me imagino a un neandenthal, entre otras cosas su cerebro no daría para tanto, tirado en la cueva, con el fuego apagado, completamente deprimido.. "hoy no cazo". Pues, no come y se muere. Pero Meursault no está deprimido, es así de horrible, lo más curioso es que sobrevive, aunque no vive. Está bien, o puede estarlo, abandonarse un corto período de tiempo, léase año sabático, pero cuando se convierte en norma caminamos hacia un lugar del que es tedioso, difícil y costoso regresar, un lugar dónde no se es consciente de las oportunidades que tenemos para ser felices, oportunidades que no se repetirán, un lugar solitario y asfixiante. Caminamos hacia nuestra tumba en vida.
Este libro me ayudó mucho a apreciar lo que tengo a mi alrededor, a saber cómo no quiero ser ni dónde quiero acabar, por eso os animo a leerlo, es muy corto, se lee en una tarde, pero lo que podáis aprender de él durará toda la vida. Leedlo especialmente si os descubris con frecuencia indiferentes ante las pocas cosas o personas que realmente tienen importancia, si habéis perdido algo, si andais un poco perdidos.. dejad de cavar, recordad un nombre: Meursault. Huíd de él, de todo lo que se le parezca y de todo lo que representa esa aberración, ese antihombre, esa cáscara vacía..
Sinceramente me alegro de que, tal día como hoy, hace 94 años naciera Albert Camus y nos mostrara uno de los aspectos más absurdos, tristes e incomprensibles del ser humano, el mismo ser humano que es capaz de tanto..
Un saludo

domingo, 4 de noviembre de 2007

Santa paciencia...

El pasado día dos de Noviembre, y gracias a la recientemente pasada fecha de Halloween, una ola de americanismo (del norte, del de pura cepa) se apoderó de mi insignificante persona y no tuve más remedio que dejarme manejar por ella. Me abandoné a dicha vena y dejé que controlase mis movimientos. Agarré a mi chica y nos fuimos a comer al lujoso reustaurante McDonalds. Una vez allí respire el hedor a felicidad típico de esos prestigiosos lugares. El local, como no, dentro de un centro comercial, era el más grande del lugar, y según entré por la puerta pude apreciar el delicioso aroma de la grasa de las freidoras invadiendo el ambiente.

Los seres, digamos humanos en su mayor parte, que estaban dentro del lugar constituían un variopinto catálogo de la decadencia humana. Una oronda señora de pelo grasiento y blusa verde paseaba a dos minimonstruos por el recinto mientras un tercer monstruo, más grande, más calvo y con más barriga que los otros dos les seguía con sumisión. La mujer masculló unas palabras, las cuales descifré en un par de minutos que ordenaban al marido que se pusiese en la cola y le pedira un menú triple con patatas fritas gigantes, cocacola y un helado para el postre, que mientras ella iba a coger mesa. Acto seguido, el monstruo grande se separó del grupo y se puso en una fila de personas que serpenteaba hasta la barra, mientras la ballena humana se arrastraba penosamente hacia una mesa vacía, donde sentó a sus dos criajos para después reposar su enorme trasero en una silla de plástico y vigilar con ojo crítico a su marido para ver si cumplía sus instrucciones como es debido.

La escena se repetía en la mayoría de las mesas del local, las familias se alternaban con parejas jóvenes a los que su escasa economía no les permitía comer en un restaurante mejor. Como este era mi caso me puse a esperar en la cola al lado de mi chica. Después de diez minutos de espera mi reloj dió las dos y media, y en ese momento una oscuridad que provenía del exterior se apoderó dle local, y una masa de gente entró en desbandada por la puerta, ocupando mesas y sillas a destajo. Ví que detrás mío habían aparecido de la nada unas veinte personas, por lo que le dije a mi novia que fuera a sentarse en una mesa, porque me veía en un futuro cercano sentado en el suelo con una hamburguesa en las rodillas. Ipso facto ella me abandonó para sentarse en una de las pocas mesas que quedaban libres, quedándome yo solo en medio de aquella marea de gente hambrienta.

Me sentí aterrorizado, pero aguanté pacientemente en la cola, que permanecía estática por un problema en el mostrador que mis ojos no alcanzaban a ver. Tras 15 minutos de espera, en el sitio una mujer rubia se abalanzó sobre el mostrador con media hamburguesa en la mano y, abalanzándose sobre una de las dependientas dijo literalmente:

-Le dices a tu encargado que esto es una puta mierda, que esto no tiene lo que sale en la foto ¿dónde está el bacon? ¿y el queso? Esto es un engaño, y esta puta mierda no vale 5 euros.

Tras zarandear un par de veces más la hamburguesa por la cara de la dependienta se alejó con paso rimbombante hacia su mesa y se tranquilamente a terminarse su bocadillo de carne, con la satisfacción de haber cumplido su deber.

En ese momento un revuelo con forma de murmullo se apoderó de las personas de la cola, ya tenían algo de lo que hablar mientras esperaban. Yo, mientras tanto, seguía mordiéndome las uñas de desesperación porque la fila no se movía, pero tras otros diez minutos de eterna espera ví a una mujer, con una bandeja, en la que por lo menos había 7 hamburguesas, caminando con felicidad hacía la zona de las mesas y la cola se movió un puesto. Con energía renovada esperé otros cinco minutos hasta que por fin llegué al mostrador y ví lo que había causado la ralentización de los pedidos. Una señora, calculadora del móvil en mano, estaba gritándole a la dependienta que la factura que marcaba 22,25€ a ella la resultaba, tras hacer sus operaciones 21,50€ y eso no podía ser, necesitaba esos 75 céntimos. Se sentía engañada, frustrada, al borde del colapso, la estaban intentando robar! La pobre dependienta sacó una calculadora (de las de verdad) y con desesperación le explicó a la mujer, despacito, para que lo entendiera, todo lo que figuraba en la factura. La enseñó el resultado de la operación: 22,25€

Ella se quedó con uan cara digna de fotografiar, era una mezcla de vergüenza y gilipollismo. Se dió la vuelta con su factura, con gesto orgulloso y se alejó hacia su mesa. Unas increíbles ganas de matarla se apoderaron de mí, y a punto estuve de acercarme a ella y degollarla con una llave. Pero la chica del mostrador me preguntó qué quería y me sacó de mi ensimismamiento. La imagen de la cabeza de la mujer metida en una papelera entre los restos de lechuga se desvaneció de mi mente y le ladré a la dependienta que quería dos menús normalitos, de los baratos. Me sirvió en 20 segundos y me dio las gracias. Me senté, cansado, y disfruté de una de las hamburguesas más insípidas de mi vida, no sabía a nada, seguro que el cartón en el que venía envuelta estaba más rico que la hamburguesa.

Cuando salía del local ví a la familia del prinpio; los cuatro tenían una sonrisa de oreja a oreja y una expresión de satisfacción plena en el rostro. Mientras arrebañaba los restos de su helado, la mujer le dijo al monstruo grande:

"Cariño, estas cosas son las que nos hacen falta para estar más unidos. Salir a comer juntos los cuatro a un sitio como este, estos momentos no tienen precio... Me lo he pasado mejor que nunca, y la comida estaba buenísima!"


No somos nadie...

Vargas.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Espectro onírico.

¿Qué has soñado esta noche?

¿Te acuerdas?

¿Alguna vez le has dado importancia a tus sueños?

El cerebro humano es el músculo más complejo y misterioso que se conoce. Pero aunque se conoce, es también el más desconocido del mundo. Muchos científicos basan sus investigaciones en averiguar algo sobre el funcionamiento y capacidad de nuestro cerebro, que, en el fondo, sólo es un conjunto de células relacionadas por impulsos electromagnéticos dentro de nuestra cabeza. Pero ese conjunto de células es capaz de hacer tareas alucinantes. Nuestro cerebro es capaz de trabajar a una velocidad increible, pensar, amar, decirle al cuerpo si hace calor o frío y un largo, larguísimo etcétera.

Pero hoy me voy a quedar con una de las funciones más desconocidas de nuestro cerebro: soñar.

Me he estado informando, y lo primero que debemos conocer es la definición del fenómeno que vamos a estudiar.
Según el diccionario soñar es un proceso mental involuntario en el que se produce una reelaboración de informaciones almacenadas en la memoria, generalmente relacionadas con experiencias vividas por el soñante el día anterior. El soñar nos sumerge en una realidad virtual formada por imágenes, sonidos, pensamientos y/o sensaciones.

Esta definición no es del todo correcta, ya que muchos de nuestros sueños no se basan en lo vivido el día anterior a ellos. Nos llevan a un pasado muy lejano en ocasiones, otras veces al futuro, y en la mayoría de los casos a un período de tiempo indeterminado en el que suceden cosas totalmente extrañas y ficticias.

Pero ¿qué es un sueño? ¿por qué soñamos lo que soñamos?
Hay mil teorías que responden a estas dos preguntas, pero prefiero divagar sobre mis propios pensamientos para elaborar mi propia explicación lógica (o al menos un poco coherente)

En mi opinión los sueños pueden ser de tres tipos: deseos, temores y predicciones. Puedes soñar con algo que deseas con todas tus fuerzas: ver a alguien a quien echas de menos, conocer a una persona famosa, salir por la tele... Pero también puedes soñar con algo que te atormenta; la muerte de un ser querido, tu propia muerte, que en el supermercado dejen de vender tus cerales favoritos... Este tipo de sueños se conocen con el nombre de pesadillas, y nos pueden mostrar nuestros más profundos temores cuando menos esperamos encontrárnoslos.
Y por otro lado están los sueños premonitorios, aquellos en los que soñamos algo que va a suceder en el futuro. Normalmente estos sueños se olvidan tras ser soñados, pero en el momento en el que ocurre aquello que has soñado piensas que ya has vivido esa escena (no confundir con un Deja Vu, que es otro tipo de fenómeno) Hay personas que sí que son capaces de recordar esos sueños, e incluso, en ocasiones, pueden concretar el momento en el que sucederá lo soñado.

Por lo tanto un sueño es la sucesión de imágenes proyectadas en tu cabeza mientras estás dormido que muestra los más profundos pensamientos de tu cerebro. En muchas ocasiones no somos capaces de interpretar nuestros sueños hasta un tiempo bastante grande después de haberlos tenido.

La segunda pregunta a la que intentaré dar respuesta es ¿por qué soñamos?

Desde mi punto de vista, soñamos porque lo necesitamos, nuestro cerebro necesita dar rienda suelta a la información retenida en sus más profundos recovecos y, de esa manera, liberarla hacia una capa consciente más accesible para nosotros. Para, de esa manera, llegar a conocernos mejor a nosotros mismos.

Una vez más todas las respuestas están en nuestro interior, sólo hay que saber buscarlas.

Si alguien está interesado en el tema de los sueños que busque algo de información sobre los Sueños lúcidos. Tras haberlo hecho, si queréis poneos en contacto conmigo y contrastamos ideas y pensamientos.

Un abrazo.

Vargas.

jueves, 23 de agosto de 2007

¡Gracias!

Ya son mil visitas las recibidas en esta modesta página. Mil veces ha habido una persona que, después de haber esperado pacientemente a que su explorador cargase la página, ha mirado mi blog. Muchas de esas visitas son mías, otras de amigos a los que casi obligué a mirar mis creaciones y otras (las más importantes9 son de personas a las que no conozco ni he visto en la vida. A ellos son a los que quiero agradecerles que hayan entrado aquí a leer, ya sea habitual o casualmente. Es por vosotros por quien sigo escribiendo. Sois vosotros los que conseguís que, cuando una idea empieza a tomar forma en mi maltrecho cerebro, tome la decisión de escribirla lo mejor que puedo aquí. Lo más importante del mundo para un escritos son los lectores, aquellos que esperan durante días unas nuevas líneas para leerlas ávidamente. Estoy seguro de que hay mucha gente que leerá esta entrada y no comentará nada, pero lo más importante es el que la haya leido. Los comentarios no me importan.

Por último, el repetir, que con que mis líneas consigan haceros pensar un poquito, o esbozar una pequeña sonrisa, se habrá visto cumplida la intención con que las escribí.

Muchas gracias.

(Para cualquier consulta, duda, queja o sugerencia podéis poneros en contacto conmigo en vxv667@gmail.com)

Mil abrazos!

lunes, 20 de agosto de 2007

Una entrada sin nombre...

Sentado enfrente de la pantalla comencé a pensar si ya había escrito aquí alguna entrada que hablase de lo malo que es echar de menos a alguien. Me puse a releer el blog y vi qu elo más parecido a echar de menos es la entrada de Nostalgia. Aunque la nostalgia no es echar de menos, es simplemente recordar lo bonito e irrepetible que fue el pasado. Me pongo a ello...

Echas de menos a alguien...

Necesitas ver una cara, una mirada, una sonrisa, escuchar una voz cerca de tu oido diciéndote que te quiere. Pero lo único que te transporta a la felicidad que podrías compartir con esa persona es tu imaginación. El recuerdo de esa persona te destroza el alma, tienes ganas de verla, estar con ella disfrutar de su compañía y no sólo de su voz distorsionada a traves de un teléfono móvil. En el momento en que se va una persona comprendes lo muchísimo que la necesitas para vivir, comienzas a contar los días que faltan para volver a verla, y el tiempo comienza a modelar los minutos alargándolos de tal manera que cada 60 segundos se conviertan en una eternidad para tu pobre alma atormentada. Todos los colores del mundo se oscurecen y pierden el brillo alegre que los caracteriza. El mundo se convierte en un lugar lúgubre y tenebroso, oscuro e incómodo. La oscuridad se apodera de tu corazón y comienzas a ver al resto de las personas que te rodean como simples sustitutos baratos de la persona a quien esperas, ninguno puede compararse a su perfección, por lo que estás menos atento al mundo y más pendiente del recuerdo. De su recuerdo...

Pero el día tan esperado llega. Después de unos días que a ti te han parecido largos y tediosos siglos vuelves a ver a la persona a la que tanto añorabas. No voy a repetirme escribiendo lo que sientes cuando la ves, para saberlo simplemente mira la entrada "Explicación irracional"

Disculpad si la entrada no está muy bien redactada, tengo una buena excusa. La echo de menos.

Un abrazo.

Vargas.

jueves, 9 de agosto de 2007

¿Carta de presentación?

Antes de nada, incluso de presentarme, quiero saludar a todos los lectores de este, en palabras del fundador, modesto blog de forma amistosa y cariñosa.

Pocos sois, por decir algunos, los que tienen la desgracia o suerte de conocerme o haberse cruzado conmigo por la basta red de redes, en cuyo caso no me reconocerán por mi nombre, si no más bien por mi pseudónimo Zarathustra, el profeta loco (supongo que este, para otros, nimio detalle de la elección de un nick, da algunas pistas, bastante evidentes, sobre mi persona, tendencias, gustos, inclinaciones, forma de pensar, de ver la vida..). En cualquier caso, para los demás voy a copiar/pegar la carta de presentación que, con satisfactorios resultados, uso cuando me suscribo a una oferta de empleo:

Muy Sres. míos:

Adjunto les remito a Vdes. currículum vitae referente al que suscribe, rogando tengan a bien incorporarlo a su base de datos a los efectos de la oferta de empleo de ref. ``XxXx´´ de la empresa ``XxXx´´, según he podido constatar en ``XxXx´´.

A parte de los datos obrantes en mi currículum me complazco en informarles que, además de mis estudios en la Facultad de XxXx XxXx de la Universidad de XxXx, soy una persona educada, de trato amable, acostumbrada a las relaciones con clientes y público en general,con inquietudes culturales y al tanto de las nuevas tecnologías, así como también poseo conocimiento de la ciudad de XxXx tras residir X años en la misma y disponibilidad inmediata.


Sin otro particular, esperando tengan en cuenta mi ofrecimiento, aprovecho la ocasión para saludarles
Muy atte.,


Severiano XxXxX XxXxX

Tampoco os dice nada, ¿verdad?. Lo mejor será que hablen mis entradas y comentarios de mí, es lo mas justo y lo menos falseable en este submundo virtual.

¿Por qué escribir en un blog? ¿Nunca os ha pasado que teníais algo que decir y no teníais a nadie, sea de forma real o figurada, cerca a quién contarselo? Bueno, últimamente me pasa a menudo y el simple hecho de que haya una posibilidad despreciable de que esas palabras, aunque no merezcan la pena ser escuchadas, sean leídas por alguien, ya me tranquiliza. Si además hace pensar, identificarse, entretenerse.. o sencillamente sonreir o reir a algún lector casual, sonreiré de forma sincera, no voy a relataros mis pequeñas miserias del día a día, no soy un ser tan aborrecible, además, para eso está el chat.

También os digo que puedo llegar a ser bastante críptico, pero intentaré no serlo, en exceso al menos.

Sin más que decir, por ahora, me despido. Espero que disfruteis de mis malsanas elucubraciones y relatos, pero ante todo espero que os hagan pensar, os hagan ver y, sí, por qué no decirlo, perder el tiempo.

Gracias Vargas.

Nos vemos.

P.D.:Para evitar el chiste fácil,o para caer en él, "(..) mis estudios en la Facultad de XxXx (..)" poco tienen que ver con la industria pornográfica y me sé todos los chascarrillos posibles con mi nombre :p

lunes, 9 de julio de 2007

Explicación irracional.

¿Por qué entre las entradas de este blog hay un período de tiempo tan amplio? ¿Por qué no escribo más a menudo?

Porque vuelo. Porque me pierdo entre cada una de tus pestañas hasta que parpadeas y echo a volar, deseando que, la próxima vez que inhales, el aire que absorbas me vuelva a llevar a tus curvadas pestañas.
Porque no puedo pensar en escribir si tengo tu imagen grabada a fuego en el cerebro las 24 horas al día.
Porque la inspiración sólo viene a mi cuando tú estás conmigo, y en esos momentos no pienso en ponerme a escribir; sólo pienso en la belleza que está delante de mis ojos sonriéndome, esa belleza que podría estar contemplando durante años sin necesitar nada más; sólo necesitaría que las funciones vitales básicas siguieran funcionando correctamente, dado que su mirada me alimentaría y me daría de beber.
Porque tú eres mi musa, mi diva, mi vida, mi sol mi luna, la estrella más brillante del cielo que ha bajado a la tierra sólo para abrazarme. Porque no puedo dejar de pensar en tu pelo, color castaño con reflejos pelirrojos, que se convierte en un llameante abanico cuando el sol y el viento se ponen de acuerdo para agitarlo. Porque el tacto de tus manos es el único que siente mi piel, y todo lo demás es áspero y tosco. Porque la locura me invade, desplazando todo el mundo terrenal a un recóndito rincón del universo, haciéndome flotar en un inmenso espacio misterioso lleno de colores difusos y olor a primavera cada vez que tus labios se unen a los míos, manteniéndome así hasta el terrible momento en el que nos separamos (aunque sólo sea durante décimas de segundo). Porque cuando no estás a mi lado mi interior, el mundo, el universo y todo el cosmos se encogen hasta formar una masa que se aloja en mi corazón oprimiéndolo fuertemente sin dejarme respirar, ni pensar, ni comer, ni beber, ni escribir, ni cantar, ni llorar, ni soñar, ni vivir, ni morir. Porque odio todas y cada uno de las noches en las que no sueño contigo. Porque la palabra tristeza fue desterrada de mi vocabulario en el mismo instante en el que tú entraste en mi vida.
Porque si tú me dejaras mi alma decidiría que el mundo no merece la pena y se iría a llorar a un lugar en el que jamás la pudiera encontrar nadie, déjandome a mi siendo poco más que un esqueleto que se desmorona minuto a minuto, vivo por fuera pero muerto por dentro.
Porque TE AMO.

Hasta aquí la explicación de el retardo entre entrada y entrada en este blog, confío en que haya quedado claro y que comprendáis que mi tiempo está lleno de ella, mi vida está llena de ella y sólo puedo escribir en los pocos momentos en los que no estoy con ella para que el tiempo vaya lo más rápido posible.

martes, 26 de junio de 2007

Monotonía y rutina.

Esta entrada tiene ya algún tiempo, y hasta la fecha estaba colgada exclusivamente en mi espacio de msn, hoy la estuve leyendo y, tras hacer algunos cambios, he creido conveniente ponerla aquí, ya que últimamente la inspiración no me sobra. Espero que os guste.


Una de las cosas que odio es la rutina, el despertarte un día y que sea igual que el anterior, mirarte al espejo conocer de antemano lo que vas a ver: una aplastante monotonía en todos y cada uno de los rincones de tu vida. Te levantas, te vistes, te lavas la cara, los dientes, desayunas, vas a trabajar, comes, coges el coche, llegas a casa, te pones el pijama, ves un rato la tele, te acuestas, te duermes. No hay nada más.
Esta situación que se repite periódicamente durante un día... otro... un mes... un año... diez... acaba por destruir el cerebro más resistente, por malhumorar al más optimista y por hacer que nadie tenga ganas de seguir viviendo en ese aplastante círculo cerrado que es su vida. Ven lo agobiante que es su situación, pero no saben cómo cambiarlo, están obligados a comportarse de una manera, tienen demasiadas responsabilidades como para dejarlas de lado y cambiar un poco el curso de su aburrida vida.
Hay situaciones que rompen esa monotonía. A veces son bruscos cambios en el transcurso del tiempo: se muere un familiar, te casas, se cae un edificio en tu barrio... Estas situaciones hacen que tu vida de un giro y cambie radicalmente.

Otras veces los cambios son mucho más sutiles y enormemente más placenteros, no hace falta que suceda una gran cosa para hacerte desear seguir viviendo. Son los pequeños detalles los que hacen que la monotonía se destruya sin dejar rastro: una mirada en el metro, una sonrisa regalada por la dependienta de una tienda, una caricia al rozarte con un extraño en la calle, ver como alguien te observa desde una ventana mientras se fuma un cigarro etc...

Esas pequeñas situaciones que estimulan tu cerebro, haciéndote ver las cosas desde una perspectiva diferente, (y que a menudo pasan desapercibidas) son las que te hacen comenzar el día con una sonrisa; consiguen que te den ganas de ir a trabajar para ver si, con suerte, alguien ve tu sonrisa y siente lo mismo que tú has sentido cuando alguna mirada o algún guiño te ha hecho dejar atrás la rutina.
Permanece atento a estos sucesos, no pierdas las ganas de sonreir y entierra la monotonía en un lugar donde nunca puedas volver a encontrarla.

Un saludo y un abrazo.

martes, 29 de mayo de 2007

Nostalgia.

Finales de Julio de 2006.

Después de un año esperando con ansía por fin llega el momento más esperado del verano. Me voy de vacaciones. El destino esta vez será un pueblo de Asturias al que ya he ido alguna vez y donde tengo algunas amistades.

Estas líneas son el principio de una historia digna de contar, aunque hoy no será el día en que la relate. Hoy sólo quería recordar algunos momentos y sentimientos memorables de aquellas vacaciones, inolvidables, y dar las gracias a todas las personas que hicieron posible que jamás olvide ese verano. Lo escribo aquí porque estoy casi seguro de que todo el que lea este texto habrá tenido unas vacaciones comparables a las que yo describo aquí y mi única intención es que su cerebrito se ponga a recordar y le invada la nostalgia igual que me ha invadido a mi recientemente.

Recuerdo...

Llegar y sentirme extraño el primer día, sentir que sobro y que estoy fuera de mi lugar. Todo el mundo ya se conoce y yo, simplemente, soy el recién llegado, el raro. Recuerdo como un leve atisbo de timidez (harto rara en mi) se dejaba ver y me hacía más callado y taciturno.
Recuerdo una persona (a quien ya conocía) que se acercó y estuvo charlando conmigo, con lo que consiguió desterrar todo rastro de timidez de mi comportamiento y hacerme ser el de siempre.

Recuerdo esas horas muertas en la piscina, jugando a las cartas, escuchando música, hablando o simplemente mirándonos unos a otros sin decir nada, porque las palabras sobraban en aquel recinto en el que todos nos conocíamos.

Recuerdo las tardes en las que íbamos a un banco, o a la ría, a comer pipas para matar el tiempo mientras discutíamos sobre cosas totalmente banales e insignificantes.

Recuerdo la expresión de una amiga cuando dejó a su novio cuando le vio con otra mujer porque él le había dicho que no la quería. Recuerdo el sentimiento de inutilidad que me invadió en ese momento al no saber qué decir, ni qué hacer ni cómo comportarme.

Recuerdo una cena en la terraza de un bar. Esa noche pedí a todos los que cenaron junto a mi que estampasen su firma en la cuenta diciéndoles que la conservaría. En este mismo momento estoy observando el blanco papel lleno de tinta de rotulador negro con los nombres de todos los que estuvieron junto a aquel día.

Recuerdo a una chica llorando por la muerte de un familiar. Recuerdo su expresión al sentir cómo la abrazaba, momento en el que casi escuché sus pensamientos, en los que se extrañaba de que yo, que hasta ese momento le caía mal, la hubiese abrazado al verla sufrir. Recuerdo como, a partir de ese momento, esa chica pasó a ser una de mis mejores amigas.

Recuerdo ese continuo flujo de sonrisas con el que nos deleitábamos segundo a segundo, recuerdo que la palabra "triste" no podría utilizarse para definir nuestro estado emocional en la mayor parte del tiempo de las vacaciones.

Recuerdo a una chica llorando porque su novio había llevado en moto a mi hermana y los celos pudieron con ella. También recuerdo la mirada impasible del chico, como si se tratase de un canto rodado en lugar de una persona. Mi pensamiento fue de profundo odio hacia el chico, al ver que ella estaba pasándolo mal por su culpa y él permanecía tranquilo.

Recuerdo caminar agarrado a una amiga la última noche por todo el pueblo porque ella lo estaba pasando mal. Recuerdo un abrazo interminable en el portal del bloque de apartamentos esa misma noche. Recuerdo todos y cada uno de los viajes en ascensor de ese día. Recuerdo como me dio la impresión de que el tiempo se paraba en aquel momento lleno de magia, en aquel rellano del segundo piso. Recuerdo como, para mi pesar, el tiempo no se había parado y tenía que volver al apartamento que había alquilado para hacer la maleta, y partir al día siguiente. Recuerdo un ¿mañana nos vemos? y recuerdo mi afirmación y el susurro de un "mañana nos vemos, como sea" que emitió mi corazón.

Recuerdo la mañana de mi partida, terminando todos los preparativos deprisa y corriendo para poder apurar los últimos minutos a su lado. Recuerdo su expresión desolada (seguramente igual que la mía) cuando bajé al portal y la vi. Recuerdo el viaje en ascensor hacia el garaje. Recuerdo el triste y deprimente momento de la despedida. Recuerdo el mirar atrás desde el coche, hasta que llegó la primera curva en la carretera, escondiendo detrás de un edificio aquellos 15 días. 15 días repletos de emociones. 15 de los mejores días que he vivido nunca.

Animo a todo el que lea esta entrada a que se ponga a recordar sus mejores momentos. Aquellos breves periodos de tiempo que, por una u otra razón, se convierten en especiales y pasan a la categoría de inolvidables. También os animo a que escribáis como comentario en esta entrada algún recuerdo que os parezca importante o que haya sido especialmente especial (valga la redundancia) para vosotros y que queráis compartir con el resto de lectores.

Un saludo y un abrazo a tod@s.

sábado, 28 de abril de 2007

Siempre nos quedará París...

Como ya dije en la entrada anterior es tiempo de despedidas, esos odiosos momentos que te hacen llorar a lágrima viva y estar triste porque una persona a quién quieres se marcha para, quizás, no volver jamás. Tiempo de cambios que, aunque no vayan a afectar al mundo entero, para algunas personas son importantes. Simplemente una persona deja de escribir en una página web. Sólo una pequeña mota de polvo en el gigante tren del transcurso de tiempo en el mundo. Pero una mota de polvo que a ciertas personas les interesa.

El ser humano tiene la molesta costumbre de olvidar el pasado a medida que pasa el tiempo y centrarse sólo en lo que sucede en su presente, con lo que las viejas amistades se pierden y se destierran a los más remotos y oscuros rincones del cerebro para quedarse acumulando polvo sin ser rescatadas y recordadas jamás. Es algo que sucede siempre, por más que se digan palabras vacías del estilo: "No te olvidaré jamás", o "siempre estarás en mi corazón". Da rabia pensar que alguien que ahora mismo es una persona muy importante en tu vida dentro de un tiempo pasará a ser simplemente un conocido con el que ya apensas tienes contacto.
Pero es evitable, sólo hay que querer evitarlo para impedir que suceda. Simplemente hay que utilizar todos los métodos disponibles para mantener el contacto con esa persona durante el mayor tiempo posible.

Yo no dejaré que ocurra. Dentro de poco me voy a despedir de muchas personas, y tú, que estás leyendo esto eres una de ellas. No permitiré que nos distanciemos y dejemos de hablar, no permitiré que dejes de leerme (a no ser que quieras hacerlo por voluntad propia, claro). No permitiré que el paso del tiempo arruine una relación que en su día fue más que buena. No olvidaré todos los momentos que hemos pasado. Por eso lo escribo aquí, para dejar constancia por escrito de que jamás me olvidaré de todas y cada una de las personas que entran a leer este modesto blog.
Siempre nos quedarán esos momentos en los que te sientes fatal y odias tu vida y sólo te reconforta ver las letras que escribe otra persona al otro lado del país. Esas tardes de invierno en las que estás metido/a en casa, sentado enfrente del ordenador hablando con esa persona y jugando a cualquier juego en cualquier página. Las palabras habladas se olvidan, las escritas permanecen plasmadas en un medio durante toda la vida.

Puede que tarde en hacerlo, pero volveré.

Hasta otra.

lunes, 23 de abril de 2007

Triste ¿despedida?

Me voy.

Por circunstancias ajenas a mi voluntad me quedo sin una conexión regular a internet. Cuando me enteré de la noticia me sentí bastante abrumado al pensar qué iba a ser del futuro de este modesto blog, imaginé que se iba a quedar perdido a la deriva en el cruel mundo de internet, mundo lleno de molestos críticos que al pasar piensan que el blog es una mierda al tener tan pocas cosas. Pero una bonita y blandita idea llegó a mi maltrecho cerebro sin llamar a la puerta para alojarse en él haciéndome pensar que siempre había estado allí.

Un buen amigo mío llamado Saúl era (y es) la persona adecuada para plasmar su artística prosa en este recóndito espacio lleno de píxeles, bits y bytes. Con el corazón en un puño le pedí que por favor se encargara de aqueste blog rogando para mis adentros que aceptara, para que los cinco minutos que tardé en crear esta página no se hubieran malgastado en vano. Aceptó, y desde hoy es coautor y coadministrador del blog. Tiene total libertad para editar y modificar entradas así como para hacer lo que quiera con la página, cambiar la distibución de colores etc...

Me voy con la tranquilidad del que sabe que deja su propiedad en las manos más selectas. El nuevo autor es de lo bueno lo mejor, un chaval inteligente capaz de hacerte ver en lo más sencillo del mundo cosas en las que jamás te habías fijado antes. Estoy seguro de que nos deleitará a todos con sus composiciones. Aunque la falta de tiempo le acosa bastante confío en que pueda conseguir unos minutos para estampar sus palablas en este pequeño espacio (al que no sé si entra alguien porque nadie comenta, por cierto).

Sin más, me despido. No sé por cuánto tiempo. Seguiré escribiendo, y si algún día vuelvo a tener internet continuaré el blog allá donde lo dejo ahora. Un saludo y cuidaos.

viernes, 9 de marzo de 2007

Exceso de concentración.

El otro día tuve un examen de Filosofía. Como mi nivel de conocimientos filosóficos es bastante parco me inventé lo mejor que pude las 5 preguntas de las que constaba el examen y observándolo con gesto aprobativo (por si me estaba mirando alguno de mis compañeros, no porque pensase que lo había hecho bien) cerré el bolígrafo negro que había utilizado para estampar mi prosa en aquel folio marcado (la profesora es un pelín maniática y nos marca las hojas) me estiré y comencé a pasar la vista sobre mis compañeros de clase. Yo era el único que había terminado el examen y quedaban unos veinte minuos para que acabara la clase. Mis compañeros estaban todos más o menos concentrados en el folio que tenían delante, algunos con expresión de pura desesperación al no saber contestar a alguna pregunta y otros, muy seguros de si mismos, respondiendo tranquilamente a las cuestiones a las que se enfrentaban.

Pero hubo una cara que me llamó la atención. Una de mis compañeras estaba con la nariz prácticamente pegada al papel con la cara crispada por la concentración extrema a la que estaba sometida. Tenía una expresión acojonante (no se me ocurre otra palabra que describa mejor lo que veía), daba miedo verla, con los ojos desencajados y escribiendo a toda velocidad. Acabó de rellenar el folio en el que estaba escribiendo y en dos milésimas de segundo cogió otro al que empezo a torturar de las misma manera. Una gota de sudor recorría su frente, pero ella no parecía darse cuenta. Sonó el timbre que indica el final de la clase. Mis compañeros se levantaron y dejaron el examen en la mesa de la profesora con expresión de pena. Me levante, agarré mi mochila y me dispuse a salir por la puerta; pero al ir hacia la salida me giré y vi que la muchacha del examen seguía escribiendo en él con la misma cara de desesperación sin haber escuchado la campana. La profesora se acercó a su mesa y la dijo que el tiempo se había terminado y que debía entregar el examen. La chica levantó la cabeza con la mirada perdida, como si se hubiera olvidado de el lugar en el que se encontraba. Cuando comprendió que estaba en clase y que el tiempo había acabado escribió dos frases más a toda prisa y depositó el examen de mala gana en la mano de la profesora ya impaciente por irse a su casa.

Lo que no entiendo es cómo puede alguien llegar al punto de concentración que te hace olvidarte del mundo exterior en un simple examen parcial, es una situación de deseperación por querer poner un tema de diez páginas en dos folios en una hora. Escribo este mensaje sólo para recomendaros que no os toméis los exámenes tan a pecho, ya que salen muchísimo peor si estás nervioso que si vas relajado. Tómatelo con tranquilidad e intenta recordar todo lo que sabes y resumirlo lo mejor posible; no llegues a los extremos de mi compañera de clase, que estuvo al borde del infarto. Mucha suerte.

P.D. Seguramente esa chica saque un sobresaliente en el examen, y me juego el cuello a que yo no saco más de un 5 pelao, si llego. Eso me pasa por estar mirando a mis compañeros en vez de acabar los exámenes como es debido mientras pienso en la nueva entrada que escribiré aquí..

viernes, 9 de febrero de 2007

Sentimientos humanos. Comodín - Ansia y envidia.

La historia que relato a continuación no tiene mucho que ver con los sentimientos humanos, define más bien una forma de comportamiento bastante habitual entre nuestros congéneres: la visión de algo que nos agrada y la envidia que nos produce el no tenerlo que nos lleva a desearlo con un ansia sobrehumana.

Ponte en situación:

Vas caminando por la calle tranquilamente, un día cualquiera, sin prisa, sin preocupaciones y sin fijarte demasiado en lo que pasa a tu alrededor. De repente algo llama tu atención. Ves a un chavalito jugando con un pequeño artefacto (véase peonza, yoyó, diábolo, etc..., me quedo con el yoyó para el ejemplo). El chico disfruta enormemente con su sencillo juguete. Sigues caminando reflexionas que no entiendes cómo has podido vivir felizmente hasta ese momento sin tener un yoyó entre tus manos. Ese insignificante cachivache ha perforado tu cerebro. Necesitas uno. Matarías por uno.

Mientras vas en busca de una juguetería con cara de loco y los ojos desorbitados por el ansia recuerdas que de pequeño tuviste un yoyó. Te maldices a ti mismo pensando que si hubieras seguido practicando con el yoyó desde que eras pequeño ahora podrías ser un profesional de ese maravilloso artilugio. Todos tus amigos te envidiarían si lo fueses y las mujeres te adorarían sólo con ver un par de trucos realizados por ti.
Aceleras el paso y te convences de que aún eres joven y si empiezas a entrenarte puedes conseguir ser un profesional en, relativamente, poco tiempo. Tus manos se estremecen al imaginar el tacto del yoyó, ¿cómo algo tan sencillo ha podido desatar tus sentimientos tan alarmantemente?
No lo sabes. No quieres saberlo. Sólo quieres tu yoyó, tenerlo entre tus manos y hacerlo girar. Te das cuenta de que es una sensación casi erótica. Piensas en el suave trozo de plástico redondo, fabricado con una precisión milimétrica, aerodinámicamente perfecto, apenas ofrece resistencia al aire con su giro hipnotizante. Vuelves a aumentar el ritmo. Casi estás corriendo, buscando desesperadamente una juguetería. Ya estás cerca. El sudor recorre tu frente y un tic nervioso se ha adueñado del control de tu ojo izquierdo. Pero tú no te das cuenta.

Abres bruscamente la puerta de la juguetería y avanzas a trompicones por los pasillos mientras tu cuerpo tiembla pensando en las apasionantes habilidades que adquirirás cuando tengas atado a tu dedo el tan ansiado artilugio. Por fin llegas a la estantería de los yoyós y ves diferentes modelos ante ti, apresados en la cárcel de plástico que les envuelve. Deseas salvarlos a todos, pero esta vez sólo uno será el afortunado. Piensas en que, más adelante, cuando seas profesional, tendrás miles de yoyós. Admiras la estantería y finalmente te decantas por el más caro. El mejor. Tú te lo mereces.
Te abrazas al al envoltorio y te diriges a la caja para pagar tu recien adquirido tesoro. Esperas en la cola impaciente y cuando llegas al primer lugar enseñas el yoyó a la cajera y le dejas un billete en el mostrador mientras mascullas: "edeseconelcambio"

Sales de la tienda y vas corriendo hacia el parque más cercano. Cuando llegas al parque un ápice de tu, ya casi extinta, dignidad se rebela afirmando que alguien de tu edad no debe estar en un parque jugando con un yoyó a la vista de todo el mundo como un niño pequeño. Corres hacia tu casa.
Al llegar a tu morada y cerrar la puerta se apodera de ti la frialdad del que sabe que tiene lo que quiere. Dejas el yoyó encima de la mesa, sabiendo que ahí estará a salvo, y vas a la nevera a por algo de beber. A continuación te sientas en el sofá y desgarras el plástico que apresa a tu aparato. Lo sacas del envoltorio y contemplas anonadado su belleza. Ves que viene con un libro de instrucciones. Tranquilamente y con una frialdad sobrehumana dejas el yoyó encima de la mesa para comenzar a leer el libro de instrucciones.

Cuando llevas dos páginas el nerviosismo se apodera de ti. Tiras el libro contra la pared y agarras el yoyó con fuerza. En tres milésimas de segundo haces un nudo corredizo en la cuerda y la pones alrededor de tu dedo corazón. Contemplas expectante tu mano derecha, sabiendo que lo vas a lanzar por primera vez. Será la primera de miles. Quizá de millones. Con la vista fija en tu mano, para no perderte ni un solo detalle, dejas caer el yoyó. Comtemplas como baja. Despues comienza a subir, pero a mitad de camino se enrolla con la cuerda y vuelve hacia abajo girando estúpidamente. Lo primero que piensas es: "no es exactamente como me esperaba, pero bueno, ya aprenderé" Consigues que vuelva a tu mano la duodécima vez que lo tiras y te sientes amargamente feliz. Cuando llevas una hora y media intentando hacer el perrito sin éxito metes el yoyó en un cajón y enciendes la tele mientras piensas "mañana sigo".

El yoyó no volverá a salir de ese cajón.

sábado, 20 de enero de 2007

Sentimientos humanos. Parte 1 - El amor.

El amor. Un sentimiento para nada altruista, un sentimiento, basado principalmente en el egoismo, en el que das cien y esperas recibir mil, y si recibes esos mil te enamoras aún más de la persona a la que has entregado la mitad de tu corazón, llegando a la conclusión de que quieres pasar el resto de tu vida con ella, sin importarte la desaprobación o rechazo de otras personas cercanas a ti por tu elección. Esas personas antes tan cercanas a tí pasan a un insignificante segundo plano del que apenas te acuerdas porque estás demasiado ocupado entregando todos tus sentimientos y emociones a una sola persona.
Tarde o temprano todos nos damos cuenta de que nos falta una mitad, como si nos hubieran cercenado al nacer con un corte perfecto en el alma, nos damos cuenta de que no podemos seguir solos porque comprendemos que no estamos completos y de que nos estamos ahogando por dentro al no poder compartir lo que sientes con otra persona. Te enfrascas en la ardua tarea de reconstruir tu interior buscando a alguien que te rellene. Aunque siempre hay algunas personas que se esfuerzan por negar que el amor sea algo necesario para estar completo afirmando con cabezonería que viven perfectamente solos y que no necesitan a nadie para ser completamente felices. Pero al final acaban sucumbiendo a ese sentimiento. Ese sentimiento que acaba por convertirse en una obsesión, en un vasto torrente de sensaciones que inunda tu cerebro impidiéndote pensar en nada que no sea esa personita que ha perforado tu cuerpo para alojarse temporalmente (o permanentemente, quién sabe) en tu corazón.
Estar enamorado es una de las mejores maneras que existen para ser feliz, pero todo placer tiene su parte se sufrimiento, todo blanco tiene su color negro oculto dentro de él. Cuando estás enamorado vives en una burbuja rosa que te aisla del mundo exterior, pero existe el ligero inconveniente de que mientras vives tu momento de amor hiper-intenso tienes muchísimas más preocupaciones que si estuvieras solo. Preocupaciones y problemas que para algunos merecen la pena y no cambiarían por nada del mundo , mientras que para otros son un sinvivir que les oprime y apresa impidiéndoles pensar en otra cosa dado que son incapaces de salir del torbellino de problemas. Estan enamorados, no pueden (ni quieren) evitarlo.
No dejas de pensar en ella (o en él). Día y noche tu mente se concentra en una persona, en un sentimiento, el cien por cien de tus pensamientos son para esa persona, sólo tienes que cerrar los ojos para ver una imagen incorpórea pero nítida de ese ser humano que ha conseguido tu más preciado tesoro, tu corazón. Un ser humano, uno sólo ha conquistado tu alma, uno entre miles de millones consigue que te de igual el resto del mundo, en lo que a ti respecta se puede morir todo el mundo menos ella (o él) ya que no necesitas nada más para ser feliz.

He decidido abrir la serie de los sentimientos humanos con el amor porque desde mi punto de vista es el sentimiento más fuerte de todos los que posee el ser humano, y sólo con él puedes olvidar todos los demás. Cuando estás enamorado no te acuerdas del odio, la esperanza, el rencor, la impotencia etc... El dinero controla el mundo, pero el amor controla al dinero. Sólo tienes que mirar a tu alrededor para ver que no me equivoco.

jueves, 18 de enero de 2007

Esperando al viernes.

A la chica que está sentada delante mío se le acaba de caer la silla cuando se ha levantado. Primera hora de un jueves. Siempre odié los jueves. A esta muchacha todos los días se le cae algo. Está demasiado en el centro. Todas las cosas malas suceden en jueves. Parece que no se le ha roto nada de lo que llevaba dentro de la mochila. O en lunes. Se limita a sonreir y a volver a colocar la silla en su sitio. Pero el lunes es diferente. Ya está acostumbrada a que sus cosas estén en el suelo. Cuando llega en lunes tienes ganas de morirte. La gente ni siquiera se ha reido. En cambio cuando llega el jueves simplemente tienes ganas de que llegue el viernes deprisa. La clase continúa. Esperar al viernes hace que parezca que alguien para el tiempo con la única finalidad de fastidiarte haciendo eterno el jueves. Ni siquiera tengo ganas de hablar con mi compañero de pupitre. Puto jueves. Sólo son las nueve. Me pongo a garabatear en el cuaderno. Maldito jueves. Ya queda menos, a las 9 y cuarto termina la clase. Al final escribir esto ha servido de algo. La clase está a punto de terminar. Ya acabó. Sólo quedan seis. Puto jueves...

miércoles, 17 de enero de 2007

Bienvenidos a mi espectáculo.

Bienvenido/a querido lector, muchos son los motivos que han podido hacer que estés leyendo estas palabras, puede que ni siquiera acabes de leer esta entrada y simplemente cierres la ventana pensando que tienes mejores cosas que hacer que leer estupideces. Si hicieras eso tendrías toda la razón del mundo, hay muchas actividades más gratificantes y más interesantes que leer este blog. Por eso no voy a pedirte que te quedes y sigas leyendo, si lo haces es sólo por decisión propia y siguiendo tu libre albedrío. Quizás esta bienvenida resulte un tanto extraña, pero confirmar que estás leyendo esto por voluntad propia y no porque yo te haya dicho que lo hicieras es la mejor manera de hacer que disfrutes de los textos aquí expuestos.

La finalidad de este blog es adentrarme en el apasionante campo de las actitudes y sentimientos humanos, os daré mi opinión acerca de los comportamientos de mis congéneres. Puede que no te guste lo que lees y pienses que estoy loco o que sólo soy un idiota, pero también puede que te sientas identificado con los textos aquí expuestos.

La decisión es tuya. Puedes acompañarme. Puedes no hacerlo. En cualquier caso sé bienvenido.