miércoles, 14 de mayo de 2008

Egoísmo.

Clase de filosofía de cualquier facultad del mundo, un profesor se dirige a su clase:



- Entonces dejé de intentar convertirme en el Rey Midas; deje de desvivirme para conseguir que todo lo que tocase se convirtiera en oro y me preocupé por mí y sólo por mí. Es a lo que comúnmente se denomina ser egoísta y, lamento decirles, que no es nada malo. La palabra egoísta ha sido sacada de contexto a lo largo del tiempo convirtiéndose en poco más que en un insulto de segunda categoría. Una palabra despectiva, dirigida a alguna persona que nos ha negado su ayuda, o su dinero o cualquier cosa.

Pero no es malo ser egoísta. Si buscamos la definición de egoísmo en un diccionario obtendremos algo parecido a esto:
"Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás."

En mi caso, no fue un amor inmoderado y excesivo, sino que fue completamente absoluto. Me quise a mí sólo, a mi forma de ser, a mis logros, a mi inteligencia y a mis costumbres. Cerré la puerta de mi conciencia que se preocupaba por el resto del universo y empecé a mirar hacia dentro. Era la única manera de superar mis barreras, de entender qué eran las emociones que de vez en cuando sentía y no podía comprender.

Así que cogí un puñado de libros, una navaja, un mechero y treinta paquetes de pañuelos de papel y salí al bosque, a buscar la ataraxia que durante tanto tiempo había considerado irrelevante comparada con el bienestar de mis congéneres.

- Pero, ¿acaso no es el ser humano un animal sociable por naturaleza? ¿no necesita relacionarse con otros miembros de su especie para alcanzar la felicidad? - intervino un alumno-

- Sí, por supuesto que sí, pero llega un momento en la vida de todo hombre altruista en el que tanto trato con personas que no te agradecen tus esfuerzos te hace replantearte tu forma de seguir adelante. Pierdes la motivación que tenías hasta entonces y tienes que encontrar una nueva -respondió el profesor-

- ¿Y no es más sencillo reducir progresivamente tu trato con los demás, en lugar de cortar por lo sano?

- Claro que es más sencillo, pero es enormemente menos efectivo, si vas reduciendo progresivamente sólo te encontrarás con el rechazo de personas que están acostumbradas a manejarte dócilmente.

- Ayudar a los demás no implica que ellos te manejen -añadió otro-

- Al final acaba siendo siempre así -replicó el profesor- Es más, las personas siempre queremos más de lo que nos ofrecen los demás, no importa cuánto sufra una persona por ti, que siempre deseas que se preocupe más y más por ti. Ese egoísmo es el verdaderamente perjudicial para la especie.

- Pero la solución a los problemas no es la reclusión voluntaria... - increpó otro alumno-

- ¿Estás seguro de éso?

- Sí, el hombre necesita la ayuda de los demás para solucionar sus inquietudes y sus problemas.

- No, pues el resto de personas a la vez que pueden solucionar el dolor son capaces de provocar aún más; hay problemas que tiene que solucionar uno mismo, y NADIE te va a ayudar a conocerte a ti mismo; esa es una tarea que debes llevar a cabo solo. Y sí, os estoy incitanto a la automarginación social, al menos durante períodos en vuestra vida debéis estar solos, es cuando no se tiene ninguna compañía cuando más se aprende sobre la mente humana. Bien, ha terminado la clase.

- Sólo una cosa más, señor.

- Dígame.

- ¿Para qué quería tantos pañuelos de papel?

(risas)

- Para secarme las lágrimas.

(Silencio)

Vargas.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

No creo que haya que ser tan fatalista para encontrarse uno mismo.
El problema es que el profesor no sabría decir no cuando se aprovechaban de él.

Pilar dijo...

Hace unas pocas semanas que yo también salí al bosque a encontrarme a mí misma. Creo que es la primera vez en mi vida, que lo único que me preocupa soy yo. ¿Egoísta? Quizás sí. Pero ahora es cuando realmente me va bien. Me cansé de andar repartiendo y buscando soluciones para todos, sin encontrar las mías propias. No lo voy a negar. Era feliz. Hasta que llegó el día en el que yo necesité ayuda. Pocos andaban a mi alrededor. Bueno la verdad es que muchos estaban cerca para ayudarme, pero no los que creía. Recuerdo un capítulo de House.
Cameron le preguntaba a un paciente que conseguía sin cumplir las normas, el paciente le respondía:
-Hubo un tiempo en el que me dediqué a cumplir las normas, pero éstas están hechas para hacer felices a los demás. Cuando lo dejé de hacer, empecé a ser feliz yo...
Vaya comentario he escrito!! Es más parecido a una entrada!
Enhorabuena por el blog. Un saludo

Anónimo dijo...

Yo soy de esas personas que de vez en cuando se encierran en casa por dos o tres días... Consumo mi tiempo cocinando para mí sola, durmiendo, viendo películas que siempre quise ver y leyendo libros... Y de vez en cuando me echo mis lloricos...

De ahí salgo con energías renovadas, y muchas ganas de seguir regalándome a los demás... :)

Saluditos