A veces la única manera de comprender lo que pasa en tu interior es mirando a tu alrededor...
martes, 27 de noviembre de 2007
Flora y fauna de un gimnasio.
Los gimnasios.
Una vez presentado este inservible lugar procederé a analizar con más detalle las características del habitáculo y de sus fieles ocupantes.
FLORA:
Lo primero que vemos al entrar es a la dependienta del lugar (que analizaré en el siguiente apartado) Según vamos avanzando por el vestíbulo notamos como se fija en la oronda protuberancia estomacal que sale por debajo de tu camiseta (la barriga, vamos) mientras vemos como examina con ojo crítico tu papada y tus brazos flácidos. Mientras caminas hacia el interior con la cabeza gacha comienzas a percibir el olor a ambientador de cítricos de automóvil mezclado con sudor humano. Ese aroma embriaga tu cerebro haciéndote pensar que eres el tío/a más pringao de todo el gimnasio por no estar sudando como un cerdo en ese mismo momento.
Tras esa dosis de hormonas te diriges al vertuario, un lugar en el que sólo se ven personas semidesnudas presumiendo a gritos de los kilogramos que han levantado esa tarde mientras flexionan sus músulos dejando clara la amenaza a todo aquel que se atreva a retarles.
Tras eso vas a la ansiada sala de musculación, donde el perfume cítrico-sudoroso se hace aún más perceptible. En ella contemplas un catálogo inmenso de máquinas que no sabes cómo funcionan. Tras una rápida ojeada te diriges humildemente la bicicleta estática y descubres que el sillín está empapado de sudor, que se ha quedado frío, al igual que los asientos de todas las máquinas de la sala.
Por último una breve definición de los sitios más horrendos del gimnasio, del país y del mundo entero: la sauna y las duchas. Si el infierno que tanto publicitan las religiones tiene una forma definida esa debe ser la de las duchas de un gimnasio, o la sauna. Esas capas húmedas y verdes de moho, esas paredes inéxplicablemente, al estar en contacto con el agua, llenas (como todo el gimnasio) de sudor y ese calor agobiante que hay en ambas.
FAUNA:
En este apartado procederé a describir a los especímenes más comunes que se pueden encontrar en uno de estos antros:
-La dependienta: Es una mujer delgada, con cuerpo fibroso y pelo rizado en la mayoría de los casos. Cuando entras por primera vez te mira con la misma expresión con la que se observa el zapato que llevas puesto y ves que has pisado un chicle. Eso es lo que ella ve, un deforme y asqueroso ente, gomoso y flácido, que ha entrado en su pequeño rincón perfecto para llenarlo de su hediondo olor a piel limpia, no sudada.
-El rey del corral: Es el jefe. Nadie se atreve a discutírselo. Y el que lo hace resulta aplastado bajo la testoterona pura del líder de la manada. Él usa la máquina que quiere, no se le rechista, y si deja las pesas pegajosas más te vale quedarte calladito y agachar la cabeza. Tiene un grupo de secuaces, más pequeños y con más cerebro que él, que le siguen donde quiera que vaya y que adoran todos y cada uno de sus movimientos.
-El pringaillo: El el pequeño insecto palo con muñequeras blancas, pantalones cortos y camiseta de tirantes que no pesa más de 50 kilogramos y se conforma con levantar las pesas más pequeñas. Suele ser el blanco de las burlas de los vasallos del rey y abandona el gimnasio a los pocos meses ya que no se puede ligar al putón.
-El putón: Pantalones dos tallas más pequeñas que la suya subidos hasta que se marque el hachazo, tanga minúsculo asomando por la cintura, camiseta, también minúscula, que más bien parece un sujetador. Suele ir complementada de piercings y lleva el pelo como si hubiera acabado de salir de la peluquería. No hace nada más que calentar al personal para luego pasar de ellos, se sienta en la bicicleta, procurando que se le vea bien el culo y se pasa allí las horas muertas mascando chicle. Normalmente van en grupos de dos o tres.
-El cachitas: Se queda embobado frente al espejo mirándose el cuerpo e imaginándoselo con unos músculos mucho mayores de los que posee. Sueña con derrocar al rey del corral y ocupar su puesto para ser el lider del gimnasio, por lo que levanta pesos bastante superiores a los que su cuerpo le permite, pasando una buena parte de las tardes en el hospital por culpa de varios esguinces.
-El gordito: Es el único que se esfuerza y que utiliza el gimnasio para el fin con el que fue diseñado, ponerse en forma. Normalmente no hace ni caso de las críticas y va allí porque le gusta. Un ejemplo a seguir para el resto de personas del local.
-El profe: Te mira igual que la dependienta, y los primeros días te mantiene pegado en la bicicleta y en la cinta de correr para que adquieras el olor permanente a sudor. Una vez que lo has conseguido te da una lista con los ejercicios que debes hacer y procede a ignorarte para intentar, sin éxito, ligar con el putón.
-El sano: Aquel que tira el cigarrillo cuando entra al gimnasio y le ves con uno en la boca según sale. No corre, no hace bicicleta, no levanta mucho peso, no hace flexiones, no se mete en la sauna. Simplemente se mete para tener una excusa para fumar. Es que el ginmasio me estresa...
-La madre: Es una variante del putón, pero sin piercings, sin sex-appeal y sin tener a ningún tío detrás. A su avanzada edad va al gimnasio a ver a los cachitas y a intentar ligar con alguno que sea más joven que sus hijas.
-El abuelete: Cerebro oculto del gimnasio. Es el único que sabe para qué funcionan TODAS las máquinas mejor que el profe. Parece estar siempre en el gimnasio, y da la impresión de que vive en él. Nunca le ves hacer ningún ejercicio, sólo se dedica a darle consejos a la gente para hacer sus tareas y a hablar con la madre, ya que suelen sentir pena por esas mujeres.
-El tío normal y corriente: Es el que se apunta al gimnasio un mesecito para probar, pasa de las instrucciones del profe, hace caso al abuelete, se rie del rey del corral y le dan bastante asco los cachitas. Hace lo que le apetece y cuando se acaba el mes se va para no volver a pisar ese lugar.
Hasta aquí mi visión de los gimnasios. Quiero dedicar esta entrada a Seve, una persona con fuerza de voluntad que va casi todas las tardes a machacarse en un antro de estos.
Saludos.
Vargas.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
¿Presentación o justificación?
Por fin, después de unos meses de espera, he tenido la decencia de escribir esta entrada.
En primer lugar, me gustaría saludar a todos los lectores de este blog y, a continuación, pedir perdón, sobre todo, a mi amigo Vargas, quien hace tiempo me pidió que comenzase a escribir en su blog, ¡incluso me hizo una entrada de presentación por su despedida temporal! No obstante, tampoco voy a dejar de disculparme ante aquellas personas que han dedicado su tiempo a visitar esta página y puede que se hayan preguntado por qué estaba el nombre de alguien llamado Saúl en contribuyentes cuando no hay ninguna entrada suya.
Para seguir, quiero agradecer los halagos que Vargas realizó hacia mi persona y mi forma de escribir, y al hecho de que decidiera dejarme participar en su blog, aun sabiendo las dificultades que tendría para escribir entradas. Hecho que ha quedado claramente reflejado a lo largo de estos meses.
Pues bien, puesto que lo he pasado realmente mal para poder llegar a redactar este escrito, voy a explicar los motivos que han sido la causa de ello. Puede que no os sintáis directamente relacionados con ellos, pero estoy seguro de que todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos pasado por épocas de estrés, etapas que han hecho que, incluso, hayamos podido sentirnos aislados del mundo que nos rodea por determinadas circunstancias.
En mi caso, todo comenzó el curso pasado cuando, estando plagado de cosas que hacer (1º de bachillerato, 3º de inglés en la escuela oficial de idiomas y la participación como monitor en una asociación todas las semanas), Vargas me pidió que mantuviese su blog con alguna entrada de vez en cuando, cuando tuviera tiempo. Esto me sorprendió, pero a la vez me reconfortó el gesto que tuvo al pedírmelo a mí. Él sabía que yo no disponía, precisamente, de tiempo, sin embargo no dudo en proponérmelo e incluirme como coautor cuando le dije que aceptaba. Entonces, hizo su “despedida”. En ella explicaba que no iba a poder escribir durante un tiempo, pero que había confiado el blog a un amigo suyo que sabía que podría hacerlo en su ausencia. Y aquí estoy yo, después de casi siete meses (que harán este viernes 23), para exponer todas las cosas que, desde ese día, influyeron en mí para impedirme sacar el tiempo que quería para escribir esto.
Los días iban pasando, las semanas se iban sucediendo y, cuando quise darme cuenta, estaba en tiempo de exámenes ¡¡y Vargas ya había escrito dos entradas más!! El agobio que sentía era superior a mis fuerzas y, para colmo, me informaron de que había sido seleccionado para realizar un viaje que me llevaría, durante la segunda quincena del mes de agosto y la primera de septiembre (28 días en total), a Mozambique que, para aquellos que desconozcan su ubicación, se encuentra junto al país de Sudáfrica. Todo esto se junto con el curso que debía realizar en julio (para cuando Vargas ya había llevado a cabo otras dos entradas) y mis vacaciones en Galicia, en este mismo mes.
A mi vuelta de las tierras del norte partí de campamento a San Martín del Castañar, en Salamanca, donde permanecí durante los primeros doce días de agosto. Al regresar a Parla, apenas tuve tiempo de terminar de organizarme las cosas para el increíble viaje que me esperaba.
Para ser exactos, partí de España el día 22 de agosto (sé que hubo diez días, pero no tenía la cabeza como para pensar en una entrada para el blog). No obstante, no llegamos al aeropuerto de Johannesburgo hasta el día siguiente.
Fueron unos días increíbles que pude compartir con cien chicas/os más, procedentes de toda
Por todo lo que pude gozar de mi estancia allí, recomiendo a toda persona que pueda que intente encontrar la posibilidad de viajar, no ya de viajar a Mozambique porque sea el país del que estoy hablando, sino de buscar algún lugar que nos muestre otras formas de vida, otras culturas que nosotros desde aquí imaginamos de una forma que no tiene, en la mayoría de los casos, nada que ver con la realidad de esos lugares. Son unas vivencias que marcan de por vida y que todo aquel que tenga la oportunidad no debería desaprovechar.
Bueno, ¿por dónde iba?... ¡Ah, sí! Ya recuerdo, estaba todavía excusándome por el retraso en lo de la entrada. Pues nada, sólo decir que, desde mi vuelta hasta hoy, he tenido algo más de tiempo que no he sabido aprovechar y que por eso he tardado más de lo que me hubiera gustado. Espero que no os haya aburrido esta historia pero, como puede que haya sido así, intentaré preparar una entrada de mayor interés para la próxima vez.
Nos vemos, un abrazo a todos.
Saúl.
PD. Aquél que quiera y disponga de tiempo puede también dejar sus experiencias vividas, aquellas que le hayan marcado en su vida, además de un comentario sobre lo que he escrito.
miércoles, 14 de noviembre de 2007
Se nota que ladrar es gratis...
"Se dictó sentencia el 31 de octubre de 2007 en la que se consideró probado que los atentados de Madrid, que causaron 191 muertos y 1.856 heridos, fueron llevados a término por una célula yihadista, siete de cuyos miembros se suicidaron en Leganés el 3 de abril del 2004, más Jamal Zougan, Othman el Ganoui y otro yihadista no identificado, con la cooperación necesaria del minero José Emilio Suárez Trashorras, quien facilitó el robo de los explosivos. Se considera que la teoría de la participación de la banda terrorista ETA en los atentados debe ser descartada."
Tras exactamente 3 años, 7 meses y 20 días de investigación, desde el día 11 de marzo de 2004 el jurado de la Audiencia Nacional llegó a esta conclusión.
¿Es eso tan difícil de entender? A mi me parece que no. Yo creo que queda bastante claro lo que esa sentencia significa.
¿Por qué entonces muchos políticos y una inmensidad de personas siguen afirmando ciegamente que fue la banda terrorista ETA la responsable de esos atentados? ¿por qué sigue habiendo gente tan idiota que asegura que los atentados fueron una excusa de ETA para derrocar al Partido Popular del gobierno?
Por favor, dejemos de jugar con los muertos y con la justicia.
Estamos hablando de una sentencia aprobada por la Audiencia Nacional, un tribunal que tiene jurisdicción en TODA España, un tribunal que ha llegado a esa conclusión tras examinar millones de pruebas y tras escuchar a cientos de implicados. Un tribunal, y unas personas que han trabajado los siete días de la semana durante casi cuatro años.
Pero claro, el inconformista de turno, que no tiene ni puta idea del proceso que se ha llevado a cabo, y dejándose guiar por su emisora de radio preferida asegura firmemente que ha sido ETA, que estamos todos ciegos y que han comprado a los jueces para que no sepamos nunca la verdad. Lo llaman "la farsa del juicio" y se quedan tan anchos. Dicen que los de ETA han comprado a todo el mundo, y a los que ETA no ha conseguido comprar ya lo ha hecho Zapatero.
Por favor, un poco de dignidad, joder, que parecemos gilipollas tirándonos la pelota de unos a otros. Vale que te metas con el presidente porque no te gusta, vale que critiques a la oposición por criticar por sistema (valga la redundancia), vale que el PSOE te parezca un mal partido pero, coño, no critiques a la JUSTICIA. Que eso es algo neutro, no se deja llevar por ideales políticos, y menos después de tanto tiempo y un camión de pruebas.
Que a esos no los pone ahí y los controla Zapatero.
Estoy seguro de que no voy a conseguir convencer a nadie a nadie con este post (aunque me alegraría mucho que así fuera) pero al menos intento lograr que la próxima vez que alguien se disponga a criticar a degüello la sentencia judicial piense un poquito en lo que va a soltar por la boca. Sólo un poquito, lo suficiente para no dejarse en ridículo. Venga, intentadlo, que casi no duele.
Y no deja agujetas...
En fin, para más datos, cómo no: http://es.wikipedia.org
Vargas.
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Un pequeño homenaje
Tenía deseos de oír de nuevo el murmullo del agua, deseos de huir del sol, del esfuerzo y de los llantos de mujer, deseos, en fin, de alcanzar la sombra y su reposo. Pero cuando estuve más cerca vi que el individuo de Raimundo había vuelto.
Estaba solo. Reposaba sobre la espalda, con las manos bajo la nuca, la frente en la sombra de la roca, todo el cuerpo al sol.[...]Quedé un poco sorprendido. Para mí era un asunto concluído y había llegado allí sin pensarlo.[...]
Pensé que me bastaba dar media vuelta y todo quedaría concluído. Pero toda una playa vibrante de sol apretábase tras de mí. Di algunos pasos hacia el manantial. El árabe no se movió.[...]El ardor del sol me llegaba hasta las mejillas y sentí las gotas de sudor amontonándose en las cejas. Era el mismo sol del día en que había enterrado a mamá y, como entonces, sobre todo me dolían la frente y todas las venas juntas bajo la piel.[...]Sabía que era estúpido, que no iba a librarme del sol desplazándome un paso. Pero di el paso, un solo paso hacia adelante. Y esta vez, sin levantarse, el árabe sacó el cuchillo y me lo mostró bajo el sol. La luz se inyectó en el aceroy era como una larga hoja centelleante que me alcanzara en la frente. En el mismo instante el sudor amontonadoen las cejas corrió de golpe sobre mis párpados y los recubrió con un velo tibio y espeso. Tenía los ojos ciegos detrás de la cortina de lágrimas y de sal. No sentía más que címbalos del sol sobre la frente e, indiscutiblemente, la refulgente lámina surgida del cuchillo, siempre delante de mí. La espada ardiente me roía las cejas y me penetraba en los ojos doloridos. Entonces todo vaciló. El mar cargó un soplo espeso y ardiente. Me pareció que el cielo se abría en toda su extensión para dejar que lloviera fuego. Todo mi ser se distendió y crispé la mano sobre el revólver. El gatillo cedió, toqué el vientre pulido de la culata y allí, con el ruido seco y ensordecedor, todo comenzó. Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruído el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces, tiré aún cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia."
domingo, 4 de noviembre de 2007
Santa paciencia...
Los seres, digamos humanos en su mayor parte, que estaban dentro del lugar constituían un variopinto catálogo de la decadencia humana. Una oronda señora de pelo grasiento y blusa verde paseaba a dos minimonstruos por el recinto mientras un tercer monstruo, más grande, más calvo y con más barriga que los otros dos les seguía con sumisión. La mujer masculló unas palabras, las cuales descifré en un par de minutos que ordenaban al marido que se pusiese en la cola y le pedira un menú triple con patatas fritas gigantes, cocacola y un helado para el postre, que mientras ella iba a coger mesa. Acto seguido, el monstruo grande se separó del grupo y se puso en una fila de personas que serpenteaba hasta la barra, mientras la ballena humana se arrastraba penosamente hacia una mesa vacía, donde sentó a sus dos criajos para después reposar su enorme trasero en una silla de plástico y vigilar con ojo crítico a su marido para ver si cumplía sus instrucciones como es debido.
La escena se repetía en la mayoría de las mesas del local, las familias se alternaban con parejas jóvenes a los que su escasa economía no les permitía comer en un restaurante mejor. Como este era mi caso me puse a esperar en la cola al lado de mi chica. Después de diez minutos de espera mi reloj dió las dos y media, y en ese momento una oscuridad que provenía del exterior se apoderó dle local, y una masa de gente entró en desbandada por la puerta, ocupando mesas y sillas a destajo. Ví que detrás mío habían aparecido de la nada unas veinte personas, por lo que le dije a mi novia que fuera a sentarse en una mesa, porque me veía en un futuro cercano sentado en el suelo con una hamburguesa en las rodillas. Ipso facto ella me abandonó para sentarse en una de las pocas mesas que quedaban libres, quedándome yo solo en medio de aquella marea de gente hambrienta.
Me sentí aterrorizado, pero aguanté pacientemente en la cola, que permanecía estática por un problema en el mostrador que mis ojos no alcanzaban a ver. Tras 15 minutos de espera, en el sitio una mujer rubia se abalanzó sobre el mostrador con media hamburguesa en la mano y, abalanzándose sobre una de las dependientas dijo literalmente:
-Le dices a tu encargado que esto es una puta mierda, que esto no tiene lo que sale en la foto ¿dónde está el bacon? ¿y el queso? Esto es un engaño, y esta puta mierda no vale 5 euros.
Tras zarandear un par de veces más la hamburguesa por la cara de la dependienta se alejó con paso rimbombante hacia su mesa y se tranquilamente a terminarse su bocadillo de carne, con la satisfacción de haber cumplido su deber.
En ese momento un revuelo con forma de murmullo se apoderó de las personas de la cola, ya tenían algo de lo que hablar mientras esperaban. Yo, mientras tanto, seguía mordiéndome las uñas de desesperación porque la fila no se movía, pero tras otros diez minutos de eterna espera ví a una mujer, con una bandeja, en la que por lo menos había 7 hamburguesas, caminando con felicidad hacía la zona de las mesas y la cola se movió un puesto. Con energía renovada esperé otros cinco minutos hasta que por fin llegué al mostrador y ví lo que había causado la ralentización de los pedidos. Una señora, calculadora del móvil en mano, estaba gritándole a la dependienta que la factura que marcaba 22,25€ a ella la resultaba, tras hacer sus operaciones 21,50€ y eso no podía ser, necesitaba esos 75 céntimos. Se sentía engañada, frustrada, al borde del colapso, la estaban intentando robar! La pobre dependienta sacó una calculadora (de las de verdad) y con desesperación le explicó a la mujer, despacito, para que lo entendiera, todo lo que figuraba en la factura. La enseñó el resultado de la operación: 22,25€
Ella se quedó con uan cara digna de fotografiar, era una mezcla de vergüenza y gilipollismo. Se dió la vuelta con su factura, con gesto orgulloso y se alejó hacia su mesa. Unas increíbles ganas de matarla se apoderaron de mí, y a punto estuve de acercarme a ella y degollarla con una llave. Pero la chica del mostrador me preguntó qué quería y me sacó de mi ensimismamiento. La imagen de la cabeza de la mujer metida en una papelera entre los restos de lechuga se desvaneció de mi mente y le ladré a la dependienta que quería dos menús normalitos, de los baratos. Me sirvió en 20 segundos y me dio las gracias. Me senté, cansado, y disfruté de una de las hamburguesas más insípidas de mi vida, no sabía a nada, seguro que el cartón en el que venía envuelta estaba más rico que la hamburguesa.
Cuando salía del local ví a la familia del prinpio; los cuatro tenían una sonrisa de oreja a oreja y una expresión de satisfacción plena en el rostro. Mientras arrebañaba los restos de su helado, la mujer le dijo al monstruo grande:
"Cariño, estas cosas son las que nos hacen falta para estar más unidos. Salir a comer juntos los cuatro a un sitio como este, estos momentos no tienen precio... Me lo he pasado mejor que nunca, y la comida estaba buenísima!"
No somos nadie...
Vargas.