domingo, 4 de noviembre de 2007

Santa paciencia...

El pasado día dos de Noviembre, y gracias a la recientemente pasada fecha de Halloween, una ola de americanismo (del norte, del de pura cepa) se apoderó de mi insignificante persona y no tuve más remedio que dejarme manejar por ella. Me abandoné a dicha vena y dejé que controlase mis movimientos. Agarré a mi chica y nos fuimos a comer al lujoso reustaurante McDonalds. Una vez allí respire el hedor a felicidad típico de esos prestigiosos lugares. El local, como no, dentro de un centro comercial, era el más grande del lugar, y según entré por la puerta pude apreciar el delicioso aroma de la grasa de las freidoras invadiendo el ambiente.

Los seres, digamos humanos en su mayor parte, que estaban dentro del lugar constituían un variopinto catálogo de la decadencia humana. Una oronda señora de pelo grasiento y blusa verde paseaba a dos minimonstruos por el recinto mientras un tercer monstruo, más grande, más calvo y con más barriga que los otros dos les seguía con sumisión. La mujer masculló unas palabras, las cuales descifré en un par de minutos que ordenaban al marido que se pusiese en la cola y le pedira un menú triple con patatas fritas gigantes, cocacola y un helado para el postre, que mientras ella iba a coger mesa. Acto seguido, el monstruo grande se separó del grupo y se puso en una fila de personas que serpenteaba hasta la barra, mientras la ballena humana se arrastraba penosamente hacia una mesa vacía, donde sentó a sus dos criajos para después reposar su enorme trasero en una silla de plástico y vigilar con ojo crítico a su marido para ver si cumplía sus instrucciones como es debido.

La escena se repetía en la mayoría de las mesas del local, las familias se alternaban con parejas jóvenes a los que su escasa economía no les permitía comer en un restaurante mejor. Como este era mi caso me puse a esperar en la cola al lado de mi chica. Después de diez minutos de espera mi reloj dió las dos y media, y en ese momento una oscuridad que provenía del exterior se apoderó dle local, y una masa de gente entró en desbandada por la puerta, ocupando mesas y sillas a destajo. Ví que detrás mío habían aparecido de la nada unas veinte personas, por lo que le dije a mi novia que fuera a sentarse en una mesa, porque me veía en un futuro cercano sentado en el suelo con una hamburguesa en las rodillas. Ipso facto ella me abandonó para sentarse en una de las pocas mesas que quedaban libres, quedándome yo solo en medio de aquella marea de gente hambrienta.

Me sentí aterrorizado, pero aguanté pacientemente en la cola, que permanecía estática por un problema en el mostrador que mis ojos no alcanzaban a ver. Tras 15 minutos de espera, en el sitio una mujer rubia se abalanzó sobre el mostrador con media hamburguesa en la mano y, abalanzándose sobre una de las dependientas dijo literalmente:

-Le dices a tu encargado que esto es una puta mierda, que esto no tiene lo que sale en la foto ¿dónde está el bacon? ¿y el queso? Esto es un engaño, y esta puta mierda no vale 5 euros.

Tras zarandear un par de veces más la hamburguesa por la cara de la dependienta se alejó con paso rimbombante hacia su mesa y se tranquilamente a terminarse su bocadillo de carne, con la satisfacción de haber cumplido su deber.

En ese momento un revuelo con forma de murmullo se apoderó de las personas de la cola, ya tenían algo de lo que hablar mientras esperaban. Yo, mientras tanto, seguía mordiéndome las uñas de desesperación porque la fila no se movía, pero tras otros diez minutos de eterna espera ví a una mujer, con una bandeja, en la que por lo menos había 7 hamburguesas, caminando con felicidad hacía la zona de las mesas y la cola se movió un puesto. Con energía renovada esperé otros cinco minutos hasta que por fin llegué al mostrador y ví lo que había causado la ralentización de los pedidos. Una señora, calculadora del móvil en mano, estaba gritándole a la dependienta que la factura que marcaba 22,25€ a ella la resultaba, tras hacer sus operaciones 21,50€ y eso no podía ser, necesitaba esos 75 céntimos. Se sentía engañada, frustrada, al borde del colapso, la estaban intentando robar! La pobre dependienta sacó una calculadora (de las de verdad) y con desesperación le explicó a la mujer, despacito, para que lo entendiera, todo lo que figuraba en la factura. La enseñó el resultado de la operación: 22,25€

Ella se quedó con uan cara digna de fotografiar, era una mezcla de vergüenza y gilipollismo. Se dió la vuelta con su factura, con gesto orgulloso y se alejó hacia su mesa. Unas increíbles ganas de matarla se apoderaron de mí, y a punto estuve de acercarme a ella y degollarla con una llave. Pero la chica del mostrador me preguntó qué quería y me sacó de mi ensimismamiento. La imagen de la cabeza de la mujer metida en una papelera entre los restos de lechuga se desvaneció de mi mente y le ladré a la dependienta que quería dos menús normalitos, de los baratos. Me sirvió en 20 segundos y me dio las gracias. Me senté, cansado, y disfruté de una de las hamburguesas más insípidas de mi vida, no sabía a nada, seguro que el cartón en el que venía envuelta estaba más rico que la hamburguesa.

Cuando salía del local ví a la familia del prinpio; los cuatro tenían una sonrisa de oreja a oreja y una expresión de satisfacción plena en el rostro. Mientras arrebañaba los restos de su helado, la mujer le dijo al monstruo grande:

"Cariño, estas cosas son las que nos hacen falta para estar más unidos. Salir a comer juntos los cuatro a un sitio como este, estos momentos no tienen precio... Me lo he pasado mejor que nunca, y la comida estaba buenísima!"


No somos nadie...

Vargas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué triste...
Ya te lo he dicho, la última opción, la ÚLTIMA. No sé cómo has podido comer en un lugar como ese, nuestra economía es escasa, pero siempre tienes el Burguer King, al menos en él hay sillones y un tobogán muy chuli a la entrada.
Me ha gustado la entrada, tiene ese toque intelectual que le pones tú a todo ;-)

Un besazo, hermanito.

Anónimo dijo...

Jaja muy entretenido y ademas esta muy bien contado me gusto bastante pero no creo que tengas tu derecho a meterte asi con la gente llamandole segun sus defectos como la ballena o el mounstro.

Un saludo,un anomio cualquiera

Anónimo dijo...

Esta bien, es ligero de leer, no te encuadras en ningun estilo, tocas lo inteligente y lo obsceno, un texto corrido de principio a fin diciendo verdades .... derecho .... y quien lo tiene? di lo que quieras cuando quieras y mañana pide perdon xD


Un saludo, Cerra

Anónimo dijo...

Joder Vargas,cada dia me dejas mas loca con lo bien que escribes...

Joder y eso que no eres de letras puras XDDD

Pos eso, espero que me sigas notificando tus entradas en el blog, porque siempre es un placer leerte, y dejarte aqui mi humilde opinion.

Un besote. Deica!