viernes, 21 de marzo de 2008

Decepción y fans

Decepción: dícese de la tristeza que se siente a causa de un desengaño.

Decepción sentimos todas. Y es normal. Cuántas personas se desplazaron a Madrid entre el 11 y el 18 de marzo? Cerca de 9000. Cerca de 9000 chicas con padres y sin padres, vestidas todas prácticamente iguales. Todas con un mismo propósito: asistir al concierto de Tokio Hotel.

Comprendo las lágrimas y la decepción. Pero no comprendo el empeño en echarle la culpa a Bill, el cantante, quien está asistiendo a un especialista en Alemania debido a un problema con sus cuerdas vocales. Es culpa de él que sus cuerdas vocales estén mal? O quizá de la Universal por no saber preverlo? La culpa no es de nadie. Y si es de alguien es nuestra, de las fans, simplemente por querer más y más de él y no dejarle descansar. Ahora dicen que o suspende una semana de conciertos para estar en reposo absoluto o se pone en peligro la gira entera. Y la gente se ha cebado con él.

A toda esa gente que sigue creyendo que Bill se ha cogido vacaciones o cualquier otra excusa estúpida, les recomiendo este vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=Rz9pVUkbNf8&feature=related. En él, Tom pide disculpas por tener que cancelar el concierto y da las razones por las cuales Bill no está allí. Estaba malo, intentó aguantar hasta el último momento, pero no podía cantar, así que se lo llevaron. Y al menos tuvieron la decencia de salir al escenario delante de miles de chicas ilusionadas por ver a sus ídolos. Salieron, y, nerviosos como se les ve, comunicaron las noticas, a sabiendas del aluvión de críticas que les caería encima. Pero dieron la cara, y vinieron a Madrid. Al menos, las que estábamos en el hotel pudimos verles. Aunque fuera con unos 30 antidisturbios, guardaespaldas de ellos y del propio hotel alrededor. Al menos los vimos, que era uno de los objetivos por los que nos desplazamos. Los vimos y nos firmaron. Y yo, desde dentro del hotel, pude ver la cara descompuesta de los tres chicos, y como se apoyaron unos a otros en la puerta del ascensor y salieron sonrientes.

Más tarde recibimos la carta de Tom, disculpándose por lo ocurrido con un “por favor, no os enfadéis con nosotros..” como despedida.

Para muchos sonará tonto, para los no fans sonará estúpido, pero YO estoy con ellos. No soy capaz de enfadarme por algo así. No puedo enfadarme con unos ídolos que tratan de lujo a sus fans. Y no puedo enfadarme con el cantante por tener las cuerdas vocales mal.

YO estoy con ellos. Y seguiré con ellos.





Sara.

2 comentarios:

Vargax dijo...

Es desesperante sentir una inmensa decepción en las personas que te rodean. Escuchas sus sollozos, sus gemidos de rabia, sus palabras de enfado contra el culpable de la situación. O, peor aún, no escuchas nada, les ves callados con expresión seria e indiferente, con la mirada desenfocada llorando en su interior.

Algo parecido a lo que tú relatas me ocurrió a mí hace tiempo, en mi época de jugador de balonmano. Tendríamos 13 o 14 años. Tras ganar uno a uno todos los partidos con mucho esfuerzo llegamos a la final. Estabamos nerviosos y cansados ya que era un torneo muy intenso de sólo una semana, pero dispuestos a entregarnos al máximo posible. Sólo decir que jugamos mejor que nunca, pero perdimos ese partidos por varias decisiones arbitrales muy incorrectas. Vimos como el otro equipo daba saltos de alegría sin merecerlo y el mundo se nos cayó encima. Por la culpa de una persona que no sabía arbitrar le robaron la ilusión de ganar a un grupo de niños esperanzados que se habían esforzado muchísimo por llegar hasta ese punto.

Subimos al autobús, de vuelta a casa, la mayoría de mis compañeros lloraban a lágrima viva, sin poder articular palabras; incluso a nuestro entrenador se le escapó alguna lágrima de vernos tan descompuestos.

Yo no lloré, aunque lo pasé fatal, pero ese día aprendí a no ilusionarme demasiado con nada, a mantener siempre fría la cabeza pensando en que algo puede ir mal en el último momento, llevándose mi ilusión y todas mis ganas. Hasta ahora no me ha ido mal así.

Vargas.

Anónimo dijo...

Fallar a tus fans es una de las mayores decepciones que puedes dar.

Me alegro de que no haya sido así.