miércoles, 20 de mayo de 2009

El fin de las princesas.

Sigues esperando que un beso te despierte, bella durmiente; pero hace mucho tiempo que tu vida dejó de ser un cuento. No quieres separarte de tu flor aunque sabes que te está matando, aquella flor que ese príncipe que presumía de ser azul cortó para ti después de sacarla de una bolsita, con su DNI sobre un trozo de espejo en el baño de aquel antro apestoso. Ahora esa flor inunda tus pulmones y hace sangrar tu nariz todas las noches mientras lloras en la habitación de tu castillo.

Dejaste de volar Campanilla cuando tu Peter cumplió los 25 y se fue con esa Wendy con minifalda de cuero, uñas rojo pasión y larga boquilla para fumar tabaco. Ella le hacía un precio mejor que el tuyo y tu mágico polvo de hadas no podía competir con su ardiente sexo alemán. Desde entonces tus alas se encharcan cada noche con vasos repletos de garrafón que quema tu garganta casi tanto como el amargo sudor que destilan tus rudos acompañantes ocasionales.

Alicia, a tu conejo blanco se le perdió el reloj y tú te calaste entera en esa parada de autobús con los cristales rotos. Tras dos horas de espera el país de las Maravillas que te prometió con su aliento de ginebra barata, mientras intentaba meterte mano en el café de la estación, ya no te pareció tan tentador, así que decidiste volver a tu sucia habitación a seguir consumiendo las pequeñas botellitas que te hacían crecer y crecer para luego hacerte tan pequeña que casi dejabas de existir. Heroína llamaba a las botellitas el conejo tardón antes de hablarte de clínicas en las que podrías ser feliz sin ella, que al principio te costaría, pero que después la vida te sonreiría. Fantasías imposibles al fin y al cabo.



Blancanieves, tras tantos años de buenos momentos dejaste a un lado a Gruñón, Tímido, Perezoso, Mocoso, Mudito, Feliz y Dormilón para irte con Lujuria, Pereza, Gula, Avaricia, Ira, Soberbia y Envidia. El oscuro mundo de los pecados te atraía más que el ñoño universo de la felicidad inocente, y el reino de la nochey la velocidad era más diverido que la pegajosa luz del sol y los paseos por la pradera. Por eso terminaste montada en aquel coche, vestida como una furcia con unos pendientes de oro más grandes que tus pulseras sujetándole la palanca de cambios a un chuloputas sudamericano mientras se picaba con otro cascajo tuneado que hacía aún más ruido que el suyo y quemando tu vida entre la gasolina y el éxtasis.



Y así acaban las princesas, con los vestidos hechos harapos y los pulmones suplicando un poco de tranquilidad.





Vargas.

3 comentarios:

Inma dijo...

Respecto a esta... Es muy contundente, parece que escribiera el mismísimo amante despechado de las Princesas... De choque sería la definición.

En cuanto a la anterior... Dios Santo y Bendito, es el texto más bonito que he tenido ocasión de leer desde la anterior Carta a un sueño. Es hermoso de principio a fin, con laísmos y todo.

Gracias otra vez por hacerme feliz leyendo,

un beso buñuelito ^^

DAVAT dijo...

qué grande amigo! nos o- leemos!

Anónimo dijo...

curioso si,es verdad casi todo,se asemeja casi a la realidad,si,pero el final no es feliz,,,uhmn,creo que la crisis afecta a todos sectores hasta las ingenuos sufren de la gripe ZP,bueno saludos amigo vergas sigue asi eres genial.
Garret36