lunes, 10 de diciembre de 2007

Eterna espera...

Espera un momento antes de empezar a leer...

Un poquito más...


Ahora, ya.

¿Cuánto tiempo te has pasado esperando a que cargue esta página? ¿medio minuto? ¿quizás uno entero? Y, ¿cuánto tiempo has estado esperando a que se encienda el ordenador? ¿Dos minutos? ¿tres? ¿y esperando a que se haga el café?

O esperando en la cola del supermercado.
O viendo la publicidad en medio de una película.
O esperando a que llegue el tren.
O escuchando el tono del teléfono antes de que te lo cojan.
O mirando embobado cómo se enciende el móvil.

Si te paras a pensarlo llegarás a la conclusión de que tu vida se compone de pequeños momentos de espera que, sumados conforman un tiempo bastante grande. La vida consiste en esperar, nos pasamos la existencia aguardando a que las cosas empiecen a funcionar, pero lo más alarmante es que no nos damos cuenta. Aceptamos de buen grado estar buena parte del día perdiendo nuestro tiempo en nada.

Pongamos el supuesto de que en un día, una persona normal espera unos 15 minutos de media. En una semana esos 15 minutos se habrán convertido en 105 minutos, que a lo largo de un mes se habrán multiplicado a unos 450 minutos, que multiplicado por 12 nos resulta un total de 5400 minutos, los cuales en diez años se transforman en 54.000 minutos. Lo que son exactamente 900 horas, de las que, dividiendo entre 24 horas que tiene un día, obtenemos la alarmante cifra de 37 días y 12 horas!!

Cada diez años, contando sólo con el tiempo que estamos despiertos, pasamos más de un mes esperando a que nuestros aparatos electrónicos comiencen a funcionar, o a que una serie de personas paguen los productos que han comprado antes que nosotros.

¿No crees que se debería reducir ese número?

Procuremos reducir al mínimo nuestros periodos de espera, que es tiempo completamente perdido y desperdiciado.

Y el tiempo es oro, amigos.

Vargas.

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